En un mundo cada vez más digital, donde hasta el desayuno en un quiosco de la esquina puede ser pagado mediante aplicaciones de pago móvil, imagina la desesperación de ser bloqueado por tu propio banco. Si alguna vez has tenido el problema de perder tu tarjeta o ser víctima de fraude, sabes lo complicado que es quedar sin acceso a tu dinero. Pero, al menos en esos casos, fue tu decisión bloquear la cuenta. Ahora, piensa en la agonía de tener tu dinero congelado sin previo aviso.

Profesionales del sexo en Reino Unido denunciaron al Financial Times que el sector bancario está, en la práctica, librando una guerra contra la profesión. Becky Webster, ex-enfermera del NHS, tuvo cuentas cerradas o congeladas más de 15 veces, no por fraude, sino simplemente por ser trabajadora sexual. ¿Lo peor? Esto está lejos de ser un caso aislado. Según el grupo activista Decrim Now, más del 80% de los miembros del sindicato de trabajadores sexuales ya han sufrido algún tipo de discriminación financiera.

Y la ironía es cruel: mientras que el gobierno reconoce la actividad como legal y cobra impuestos sobre ella, los bancos le cierran las puertas a estos trabajadores. Este tipo de exclusión no es solo un problema burocrático, sino una amenaza real a la seguridad de estas personas.

Un empujón hacia el peligro

Sin acceso a una cuenta bancaria, pagar servicios básicos se convierte en un desafío. Muchas veces, los profesionales del sexo deben buscar alternativas arriesgadas para conseguir dinero rápido y garantizar lo básico: alquiler, comida, transporte. La criminalización tácita de la profesión empuja a estas personas a situaciones aún más vulnerables.

Curiosamente, quienes argumentan en contra de la regulación del trabajo sexual suelen citar la inseguridad de la profesión como justificación. Pero, ¿acaso no se dan cuenta de que son precisamente estas restricciones las que aumentan el peligro? La marginación no protege a nadie, por el contrario, solo agrava los riesgos.

La hipocresía del dinero «aceptable»

Si la alternativa para tener un ingreso seguro es migrar hacia plataformas como OnlyFans, ¿realmente estamos garantizando la independencia de estos trabajadores? El sitio ha enriquecido a su fundador, Leonid Radvinsky, en miles de millones de dólares. Y, adivinemos, los bancos aceptan bien ese dinero, pero no el de quienes producen el contenido. Si un trabajador sexual decide trabajar por su cuenta, sin intermediarios, su cuenta es bloqueada. Pero si paga comisión a un magnate de la tecnología, entonces todo está bien.

Aquí en Colombia, la situación no es tan diferente. Plataformas como Skokka Colombia son alternativas populares para quienes buscan independencia en el mercado del entretenimiento adulto. Pero la cuestión sigue siendo la misma: ¿por qué la sociedad insiste en imponer barreras a la autonomía financiera de estos trabajadores?

La realidad en Colombia

Mientras que la exclusión financiera perjudica a los trabajadores del sexo en diversos países, en Colombia, la profesión está legalizada, aunque sigue estando rodeada de tabúes. En ciudades como Bogotá, Medellín y Cali, existen espacios seguros para el ejercicio de la profesión, pero el prejuicio y las dificultades en el acceso a servicios financieros persisten.

La capital nacional por ejemplo, es una de las ciudades con mayor número de profesionales independientes, y la gran presencia de escorts en Bogotá refleja una realidad similar a la de otras grandes ciudades como Medellín y Cali. La demanda existe, los trabajadores están ahí, pero el sistema aún impone barreras para que puedan ejercer su profesión con dignidad.

Búsqueda de alternativas

Ante tantas dificultades, muchos trabajadores buscan formas alternativas para garantizar seguridad y estabilidad financiera. Algunos invierten en cursos de capacitación para diversificar sus fuentes de ingreso, mientras que otros recurren al emprendimiento digital, creando contenido exclusivo para suscriptores o explorando el comercio electrónico. Estas estrategias buscan reducir la dependencia de plataformas intermediarias y minimizar los impactos de la exclusión financiera.

Al mismo tiempo, el segmento de prepagos vip sigue en ascenso, demostrando que existe demanda y que la sociedad, a pesar de los prejuicios, sigue consumiendo estos servicios. Lo que falta, entonces, es un sistema financiero que reconozca y respete los derechos de estos trabajadores.

¿Qué necesita cambiar?

La exclusión bancaria de los trabajadores del sexo no es solo un problema individual, sino un reflejo de un sistema que aún se resiste a reconocer ciertas profesiones como legítimas. La contradicción es evidente: el dinero es aceptado cuando pasa por plataformas intermediarias, pero rechazado cuando proviene directamente de los trabajadores. Esto no es seguridad financiera, es coerción.

Al final del día, los bancos no deberían tener el poder de decidir quién merece o no acceder a servicios básicos. Después de todo, todos pagamos cuentas, impuestos y necesitamos seguridad financiera. Mientras la sociedad siga tratando el trabajo sexual como algo clandestino, continuará empujando a miles de personas hacia riesgos innecesarios. Y, seamos sinceros, ¿quién realmente gana con esto?

Por adminhsb