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La gobernadora del Tolima, Adriana Magali Matiz, estaría marcando una nueva ruta política que incomoda a varios miembros del ‘barretismo’, el movimiento liderado por el senador conservador Óscar Barreto. Aunque no hay pronunciamientos públicos sobre una ruptura, los movimientos dentro de la administración departamental indican que la mandataria ha comenzado a actuar con autonomía, incluso en contra de decisiones tradicionales del grupo.

Fuentes cercanas al conservatismo indican que la tensión surgió desde los primeros meses del mandato. Uno de los episodios más comentados fue el enfrentamiento político entre Matiz y Edwin Castro, también cercano a Barreto, por la inclusión de Guillermo Alvira en las listas a la Cámara. Al parecer, Matiz buscaba posicionarlo como ficha propia dentro del Partido Conservador, pero encontró resistencia por parte del ala tradicional.

Este tipo de episodios ha desatado sospechas dentro del grupo sobre la consolidación de una nueva corriente política en el interior del ‘barretismo’: el ‘maticismo’.

Silencios

Otros síntomas del posible distanciamiento son los silencios entre la gobernadora y Olga Lucía Alfonso, directora de Cortolima, con quien antes compartía decisiones ambientales, y cuya relación se ha enfriado. A ello se suma la reciente salida del secretario de Hacienda, Guillermo Vallejo, otra ficha ‘barretista’ clave, que abandonó su cargo sin mayores explicaciones.

Por su parte, el exgobernador Ricardo Orozco ha quedado prácticamente al margen del gobierno de Matiz. Su molestia se habría generado porque varios proyectos de infraestructura que había dejado listos en municipios como Chaparral y Rioblanco, no fueron continuados como esperaba. La actual mandataria habría optado por replantearlos y empezar desde cero.

Reacomodo

Todo apunta a un reacomodo dentro del conservatismo tolimense. Matiz estaría aprovechando su rol institucional para construir una plataforma política con sello propio, que le permita navegar con independencia hacia futuras elecciones. Aunque no se ha desligado públicamente del ‘barretismo’, sus movimientos indican que ya no está dispuesta a obedecer sin cuestionar.

En los pasillos políticos se habla de un liderazgo emergente que reta la autoridad del senador Barreto. Con las elecciones de 2026 en el horizonte, la duda es si Barreto logrará contener a sus alfiles o si el ‘maticismo’ logrará consolidarse como una fuerza con voz propia.