En la ciudad de Pasto, al sur de Colombia, se encuentra Sala Mínima, una casa cultural casera e independiente. Surge como respuesta a las experiencias de mujeres creadoras que, dentro del mundo artístico, han enfrentado diversas formas de violencia basada en género.
Frente a esa realidad, decidieron crear su propio lugar. Un espacio íntimo, seguro y colectivo donde puedan trabajar, expresarse y transformar sus realidades a través del arte.
Sala Mínima no es solo un lugar para producir obras. Es un espacio que invita al pensamiento crítico y al cuestionamiento constante de las estructuras tradicionales del arte. Aquí, la creación se vincula con el bienestar, el respeto mutuo y la autonomía de las creadoras.
La casa funciona como un pequeño laboratorio. En ella se gestan procesos artísticos que buscan deconstruir las formas hegemónicas de producción, priorizando prácticas más humanas y conscientes.
Además del trabajo individual, Sala Mínima impulsa encuentros, talleres y residencias. Estas actividades fortalecen el tejido cultural y promueven el intercambio de saberes. También crean redes de apoyo entre artistas, pensadoras y gestoras tanto locales como nacionales.
El proyecto se expande más allá de sus muros. Conecta con otras iniciativas afines y consolida una comunidad que cree en el arte como herramienta de transformación social.
Sala Mínima apuesta por una creación artística feminista, situada y consciente. Parte de las vivencias personales como motor político, poético y creativo. Desde Pasto, demuestra que es posible hacer arte desde la colectividad, el cuidado y la libertad.
Este tipo de iniciativas fortalecen el pensamiento crítico y la cultura independiente en la región. Sala Mínima no solo crea obras, sino también nuevas formas de habitar el arte.
