Por: Javier Recalde Martínez.

La reciente reforma laboral en Colombia ha generado un debate intenso en el país. Mientras algunos sectores laborales celebran los cambios, otros advierten que solo beneficiarán a una minoría. La realidad es que esta reforma puede tener un impacto desigual en la población laboralmente activa.

Por un lado, los sindicatos parecen ser los principales beneficiarios; por otra parte las grandes empresas que tengan una solidez patrimonial, financiera y operacional podrán salir avante en este proceso; sin embargo, los pequeños emprendedores y los trabajadores independientes podrían verse afectados negativamente. La competencia desigual entre grandes y pequeñas empresas puede llevar a la desaparición de muchos negocios pequeños, lo que a su vez afectaría la empleabilidad y la economía local en muchas regiones del país.

Además, la automatización y la tecnología están cambiando la forma en que las empresas operan. Muchos empresarios ya están considerando reemplazar a los trabajadores con tecnología; temas como la seguridad y vigilancia están en la mira, el servicio al cliente cada vez más automatizado con la IA, los esquemas de outsourcing entre otros podrían llevar a la pérdida de empleos. Es fundamental que se midan los indicadores de empleabilidad y se comparen en los próximos meses para evaluar el impacto real de la reforma.

El DANE debería reclasificar los indicadores de empleabilidad para reflejar la realidad del mercado laboral. Muchos trabajadores solo tienen empleos temporales, lo que no se refleja en los indicadores actuales. La productividad no debe estancarse, y es crucial que se legisle sobre los trabajadores profesionales y personas independientes.

Algo que quedo sin doliente en la reforma laboral es lo relacionado a los contratos de prestación de servicios y en estos mismos el tema pensional. Es hora de que el gobierno considere las necesidades de todos los sectores laborales y no solo de unos pocos.

La situación laboral en Colombia es crítica, especialmente en departamentos como Nariño, donde la falta de industria y la dependencia del sector público y comercial como principales fuentes de empleo generan una gran vulnerabilidad. La realidad es que la mayoría de los empleos en Nariño provienen del Estado y del comercio informal, lo que limita las oportunidades de crecimiento y desarrollo económico. Esta desigualdad regional debe ser abordada de manera urgente para garantizar que todos los departamentos tengan acceso a oportunidades laborales dignas y sostenibles. La actual reforma laboral no considera las necesidades específicas de cada región al contrario, la brecha entre regiones seguirá aumentando, y la desigualdad laboral se convertirá en un problema aún más grave.

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