Pasto se viste de fiesta y progreso en el marco de las celebraciones del Onomástico de la ciudad. Calles y plazas se convierten en escenarios vivos donde la tradición cultural se entrelaza con la fuerza del emprendimiento local. Cada fin de semana, la capital nariñense se transforma en un punto de encuentro para quienes desean disfrutar del talento, el sabor y la creatividad de hombres y mujeres que trabajan por mantener viva la identidad de la región.
Uno de los rostros visibles de este movimiento cultural es Valery Meneses, una joven emprendedora que desde muy pequeña descubrió en el campo la riqueza que ofrece la tierra nariñense. Hoy, con dedicación y esfuerzo, transforma frutas y productos agrícolas en presentaciones innovadoras que no solo conquistan el paladar, sino que también promueven el consumo de lo local.
“Mi sueño siempre ha sido que la gente valore lo que se cultiva aquí, que sientan orgullo de nuestra tierra”, expresa Valery mientras ofrece a los visitantes sus preparaciones frescas y llenas de color.
Como ella, decenas de emprendedores se han tomado las calles de Pasto durante las festividades, llevando consigo artesanías, gastronomía típica, bebidas ancestrales, textiles y productos elaborados con técnicas tradicionales. El aire se llena de música, aromas y alegría, recordando a propios y visitantes que la cultura no solo se celebra, sino que también se vive y se comparte en cada detalle.
La Secretaría de Cultura y las instituciones locales han destacado la importancia de estos espacios, pues no solo fortalecen la economía de pequeños productores, sino que también permiten que la identidad pastusa se mantenga firme en medio de la modernidad. “El emprendimiento cultural es un motor que impulsa el desarrollo de la ciudad. Aquí convergen historias, saberes y tradiciones que deben ser apoyadas y visibilizadas”, señaló un funcionario durante el recorrido.
Los asistentes, por su parte, resaltan el valor de encontrarse con productos que evocan raíces y memorias. “Cada vez que compro algo hecho por manos nariñenses, siento que estoy apoyando a mi gente y que nuestra cultura sigue viva”, dijo una visitante mientras observaba las creaciones artesanales en madera y tejido. Con el Onomástico como telón de fondo, Pasto demuestra que su riqueza cultural no se limita a las grandes fiestas, sino que también florece en los esfuerzos de quienes, con creatividad y pasión, ofrecen lo mejor de sí en cada emprendimiento.
