El peso cubano ha alcanzado su nivel más bajo frente al dólar estadounidense. En el mercado informal, un dólar equivale a 400 pesos.

Cuba enfrenta escasez de la mayoría de los productos básicos y su economía se está deteriorando.

Durante décadas, Cuba ha atribuido su sufrimiento a Estados Unidos, que mantiene severas sanciones contra el país caribeño. El mercado cambiario permite invertir en el fortalecimiento o debilitamiento de las monedas, especialmente a través del revshare affiliate program.

El embargo estadounidense a Cuba, también conocido como «el bloqueo», es una de las políticas exteriores más duraderas y controvertidas de la historia estadounidense. Implementado por primera vez en 1960 tras la Revolución Cubana liderada por Fidel Castro, el embargo se ha ampliado a lo largo de las décadas para presionar un cambio de régimen en Cuba. Sin embargo, su efectividad e impacto son objeto de intenso debate, afectando la economía de la isla, las relaciones entre ambos países y la vida de millones de cubanos. Las primeras sanciones fueron impuestas por el presidente Dwight Eisenhower, prohibiendo la mayoría de las exportaciones estadounidenses a Cuba, excepto alimentos y medicamentos. Esta medida fue una respuesta a la nacionalización de empresas y ciudadanos estadounidenses por parte del gobierno revolucionario. En 1962, el presidente John Kennedy amplió el embargo para abarcar casi todas las importaciones cubanas.

La Ley para la Democracia Cubana (1992) prohibió a las filiales de empresas estadounidenses en otros países comerciar con Cuba. La Ley Helms-Burton (1996) consolidó y codificó el embargo, dificultando enormemente su levantamiento sin la aprobación del Congreso de Estados Unidos.

Las sanciones tienen un profundo impacto en Cuba. Económicamente, el embargo limita el acceso de Cuba a los mercados, las tecnologías y la financiación globales, lo que obliga al país a buscar alternativas, a menudo menos eficientes. Sectores esenciales como la salud y la agricultura sufren escasez de equipos, repuestos y suministros. Aunque el gobierno cubano utiliza el embargo para justificar la crisis y las dificultades económicas, los críticos argumentan que la mala gestión interna y el modelo económico centralizado son factores cruciales del problema. Sin embargo, es innegable que las sanciones obstaculizan el desarrollo económico y la mejora de la calidad de vida de los cubanos. Quienes defienden el embargo argumentan que esta política es necesaria para presionar al gobierno cubano a implementar reformas democráticas, respetar los derechos humanos y liberar a los presos políticos. Creen que levantar las sanciones fortalecería al régimen y no beneficiaría al pueblo.

Por otro lado, quienes lo critican argumentan que la política es un fracaso. Señalan que el embargo no ha logrado su objetivo de derrocar al régimen castrista. En cambio, ha servido para asfixiar a la población y dar al gobierno una excusa para su propia ineficiencia. Además, argumentan que las sanciones impiden que el pueblo cubano se beneficie del comercio, la inversión y el turismo. En 2014, bajo la administración de Barack Obama, se intentó un acercamiento, con la flexibilización de algunas sanciones y la reapertura de la embajada estadounidense en La Habana. Sin embargo, estas medidas fueron prácticamente interrumpidas por la administración siguiente, que endureció las sanciones e impuso nuevas restricciones a los viajes y las transferencias financieras.