La última escala del presidente estadounidense, Donald Trump, en su gira asiática concluyó sin el esperado encuentro con el líder norcoreano, Kim Jong-un. Pese a los esfuerzos de la Casa Blanca por organizar una visita a Pyongyang, el viaje terminó sin resultados concretos, un contraste evidente con los tiempos en que ambos mandatarios protagonizaban cumbres históricas.

Trump, que abandonó Corea del Sur este viernes, atribuyó la falta de reunión a “problemas de agenda”, aunque analistas internacionales señalan que la realidad geopolítica actual es muy distinta a la de su primer mandato. En ese entonces, los contactos directos con Kim —en Singapur, Hanói y la Zona Desmilitarizada— marcaron un hito en la diplomacia moderna. Hoy, sin embargo, el líder norcoreano parece mirar hacia nuevos aliados.

Durante su encuentro con el presidente surcoreano, Lee Jae-myung, Trump expresó su preocupación por el avance nuclear de Pyongyang, calificándolo como una “amenaza significativa” para la seguridad del noreste de Asia. Aun así, aseguró mantener “una buena relación” con Kim y reiteró que está dispuesto a retomar el diálogo “en el momento adecuado”.

Un escenario diferente: Moscú y Pekín ganan terreno

Expertos coinciden en que la influencia de Estados Unidos sobre Corea del Norte ha disminuido. “Las reglas del juego han cambiado”, explicó Choo Jae-woo, profesor de política exterior en la Universidad Kyung Hee de Seúl. “No diría que fue un desaire directo, pero Kim tiene amigos nuevos y poderosos a los que recurrir”.

Esa red de apoyo se hizo evidente en los días previos a la llegada de Trump a Asia. En Moscú, el presidente ruso, Vladimir Putin, recibió a la ministra norcoreana de Exteriores, Choe Son-hui, y le pidió transmitirle “cordiales saludos” al líder de Pyongyang. El gesto fue interpretado como una señal de la creciente cercanía entre ambos gobiernos, que han intensificado su cooperación en los ámbitos militar y económico.

Mientras tanto, Washington intenta recuperar influencia en una región donde la rivalidad entre potencias globales redefine los equilibrios estratégicos. La ausencia de un encuentro con Kim no solo marca un revés diplomático para Trump, sino también evidencia un tablero internacional que ya no se mueve al ritmo de la primera “era del diálogo” entre Washington y Pyongyang.