En el corazón de Nariño, donde las montañas parecen abrazar los cafetales, un grupo de jóvenes emprendedores decidió transformar su pasión por el campo en una marca que hoy empieza a ganarse un lugar en el panorama cafetero nacional. Se trata de Café de Occidente, un proyecto que refleja el esfuerzo, la constancia y el amor por la tierra de quienes creen que el café nariñense merece un reconocimiento mucho mayor.
Desde Pasto y la región occidental del departamento, Café de Occidente se ha consolidado como una iniciativa que une tradición y modernidad. Detrás de esta marca hay familias caficultoras, tostadores y baristas comprometidos con ofrecer un producto que conserve la esencia del campo, pero que también incorpore procesos de innovación y valor agregado para llegar directamente al consumidor.
Productores
Los emprendedores destacan por su enfoque en la producción sostenible, el respeto por el entorno y la búsqueda de una cadena de valor justa, donde cada etapa —desde la recolección hasta la taza— refleje el trabajo digno del productor. Además, han apostado por la formación continua en cata, tueste y mercadeo, con el objetivo de competir en un mercado cada vez más exigente y global.
“Queremos que el café de Nariño sea reconocido no solo por su calidad, sino por las historias de quienes lo cultivan y lo transforman. Detrás de cada taza hay esfuerzo, familia y esperanza”, expresó Richard Cánchala, uno de los representantes del grupo, quien junto a Yuliana Rosero, Iván Ordoñez, Alcires Solarte y Erick Villota, ha liderado este proceso de crecimiento.
Fuente de orgullo
Café de Occidente ha participado en distintos escenarios regionales y nacionales, no solo para promover su marca, sino para inspirar a otros jóvenes rurales a creer en la posibilidad de construir empresa desde el territorio. Su visión va más allá del comercio: busca revalorizar el campo, fortalecer la identidad cultural nariñense y demostrar que la caficultura puede ser una fuente de orgullo y desarrollo sostenible.
En cada grano cultivado se refleja la esencia del occidente de Nariño: una región que, pese a las dificultades, sigue demostrando que su riqueza más grande está en su gente, su tierra y su café. En cada taza de Café de Occidente se concentra algo más que el aroma y el sabor del café nariñense: se siente la historia de un territorio que resiste, que se levanta con las manos manchadas de tierra y esperanza. Estos jóvenes emprendedores han logrado convertir el trabajo del campo en una verdadera expresión de identidad y superación.
