Durante quince años, el psicólogo clínico —cuyos nombres y centros se reservan por respeto a su discreción— ha sostenido con su trabajo aquello que muchas veces no se ve, pero que sostiene la vida misma: la salud mental de cientos de personas en Pasto y en distintos municipios del departamento de Nariño.

En un territorio donde el sufrimiento emocional se expresa con fuerza, las cifras hablan con crudeza. Solo en 2024, Nariño reportó cerca de 1.335 intentos de suicidio; un número que estremece no solo por su magnitud, sino porque una gran parte corresponde a jóvenes y adolescentes, en especial mujeres entre los 10 y 29 años. Pasto, la capital, registra una tasa de 38,9 intentos por cada 100.000 habitantes, una de las más altas del país.

Historias

Frente a esta realidad, su labor ha transcurrido lejos de los reflectores. En consultorios, hogares o espacios comunitarios, ha escuchado historias de abandono, violencia intrafamiliar, ansiedad, depresión y pérdidas profundas. De acuerdo con su experiencia clínica —acumulada durante tres lustros— más del 60 % de los casos atendidos presentan síntomas depresivos o crisis emocionales severas, y uno de cada cuatro con antecedentes o ideas suicidas.

Sin embargo, detrás de las estadísticas hay vidas transformadas. Decenas de personas han logrado detener pensamientos de muerte, reconstruir vínculos rotos y reencontrar esperanza. Cada testimonio es una victoria silenciosa en medio de un panorama que todavía exige atención urgente.

Salud mental

En los últimos años, las instituciones locales han empezado a responder. En 2025, la Alcaldía de Pasto convocó un Comité Extraordinario de Salud Mental, con la participación de instituciones educativas, hospitales, líderes sociales y colectivos ciudadanos, para diseñar un plan de choque enfocado en la prevención del suicidio y el acompañamiento a familias vulnerables. Desde el campo clínico, este tipo de acciones reafirman lo que los profesionales vienen advirtiendo desde hace tiempo: la salud mental no puede seguir siendo un tema secundario.

Este mes, el Consejo Municipal de Paz rindió un homenaje especial al psicólogo por sus 15 años de servicio. No se trató de una condecoración protocolaria, sino de un reconocimiento profundo al valor de su trabajo silencioso: al dolor compartido, a las vidas reconectadas, a las historias que eligieron seguir. Al recibir el homenaje, el profesional expresó unas palabras que conmovieron a los asistentes: “No celebro un título: celebro cada lágrima que no fue ignorada, cada alma que eligió quedarse, cada historia que decidió seguir.”