En el último año, la calidad del sueño entre los colombianos se ha deteriorado de manera alarmante, convirtiéndose en un problema de salud pública que avanza en silencio. Diversos estudios nacionales han señalado que una parte significativa de la población duerme menos de las horas recomendadas, afectando su rendimiento laboral, su bienestar emocional y su salud física.
Entre las principales causas se encuentra el aumento del estrés cotidiano. La incertidumbre económica, la presión laboral y las extensas jornadas de trabajo han generado un ambiente en el que conciliar el sueño se vuelve cada vez más difícil. Muchos colombianos reportan que, aun sintiéndose agotados, tardan largos periodos antes de lograr dormirse debido a la preocupación constante por sus obligaciones y finanzas personales.
Otro factor determinante es el uso excesivo de dispositivos electrónicos. El celular, convertido en una herramienta indispensable, también se ha transformado en uno de los mayores enemigos del descanso. La exposición prolongada a pantallas durante la noche, especialmente antes de dormir, altera el ritmo circadiano y reduce la producción de melatonina, hormona esencial para conciliar el sueño. Redes sociales, noticias y contenido digital mantienen la mente activa hasta altas horas, afectando la calidad del descanso.
A esto se suma el aumento de trastornos emocionales como la ansiedad y la depresión, que se han intensificado en los últimos años. La salud mental, aún estigmatizada en muchas regiones del país, es una de las principales razones por las cuales la población experimenta insomnio crónico o sueño fragmentado.
Las condiciones de vida también influyen. En zonas urbanas, el ruido constante del tráfico, la inseguridad y el hacinamiento dificultan la creación de ambientes adecuados para el reposo. En contraste, en algunas áreas rurales el acceso limitado a servicios de salud y a información sobre higiene del sueño agrava la situación.
Especialistas advierten que, de no atenderse este problema, el impacto podría extenderse a niveles más profundos, incrementando enfermedades cardiovasculares, problemas de concentración y riesgos de accidentes laborales o de tránsito.
La crisis del sueño en Colombia exige atención urgente y políticas públicas que promuevan hábitos saludables, entornos de trabajo más equilibrados y programas de salud mental accesibles. Dormir bien no es un lujo: es una necesidad vital que el país no puede seguir ignorando.
