En los últimos meses, Bogotá ha visto un incremento notable en las carreras de motos ilegales, una práctica que continúa expandiéndose en diferentes zonas de la ciudad a pesar de los operativos policiales. Estos encuentros clandestinos, conocidos popularmente como “piques”, se desarrollan principalmente en horas de la noche y la madrugada, aprovechando avenidas amplias y con baja presencia vehicular.
De acuerdo con autoridades locales, los corredores suelen reunirse en sectores de la Autopista Norte, la Avenida Boyacá y la Calle 26, donde la velocidad supera fácilmente los límites establecidos. Además del ruido y las alteraciones al orden público, esta actividad representa un serio riesgo para los mismos motociclistas y para los conductores que transitan sin anticipar maniobras peligrosas.
Expertos en seguridad vial destacan que las carreras ilegales se alimentan de varios factores: la falta de control permanente en ciertas vías, el auge de comunidades digitales que organizan estos eventos y la búsqueda de adrenalina entre jóvenes que ven en estas prácticas una forma de reconocimiento social. Sin embargo, el costo puede ser fatal. En lo que va del año, las autoridades han registrado múltiples accidentes asociados a estas competencias, algunos de ellos con víctimas mortales.
La Policía de Tránsito ha intensificado las acciones para desarticular los grupos que organizan los piques, incautar motos modificadas y sancionar a los responsables. Aun así, la problemática persiste y exige una estrategia que combine control, campañas de prevención y alternativas seguras para los amantes del motociclismo.
Mientras la ciudad avanza en medidas para reducir la accidentalidad, la lucha contra las carreras ilegales se mantiene como un desafío que requiere mayor coordinación y conciencia ciudadana.
