Con dos disparos en el rostro un hombre fue ultimado en Cúcuta:Dos sicarios asesinaron a sangre fría a Carlos Alfredo Infante Ropero la noche del sábado 3 de mayo en el barrio Doña Nidia, en Cúcuta. Los delincuentes, que se movilizaban en una motocicleta roja y negra, sorprendieron a su víctima en un angosto pasillo y le dispararon cuatro veces: dos tiros al tórax y dos al rostro. Aunque los vecinos llamaron de inmediato a las autoridades y trasladaron a Carlos a un centro asistencial de la Loma de Bolívar, los médicos no lograron salvarle la vida.
Los responsables huyeron rápidamente del lugar, mientras la comunidad, atónita por los disparos, se reunió en la escena. La Policía llegó pocos minutos después, acordonó la zona y comenzó a recolectar testimonios clave para identificar a los asesinos. Este crimen generó una fuerte conmoción entre los habitantes del sector, quienes conocían a Carlos como un hombre tranquilo y trabajador.

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Los investigadores manejan varias hipótesis, pero aún no confirman los motivos del asesinato. Algunos vecinos creen que los homicidas pudieron haber citado a Carlos en el lugar, mientras otros vinculan el crimen a disputas con un sujeto apodado “Pocho”, ocurridas hace unos años. Además, las autoridades no descartan la posible relación del caso con el grupo criminal “Familia P”, conocido por controlar actividades ilícitas como el homicidio y el tráfico de drogas en la zona.
Este homicidio no fue un hecho aislado. En los últimos 13 días, la ciudadela Juan Atalaya ha registrado cuatro asesinatos con un patrón preocupante: hombres armados que se desplazan en motocicletas para cometer los crímenes y escapar rápidamente. En abril, por ejemplo, sujetos armados asesinaron a Héctor Vergel en el sector El Tunal y a otro hombre en el asentamiento Juan Pablo II. Todos los casos comparten un mismo modus operandi.

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La muerte de Carlos dejó un profundo vacío entre sus familiares, amigos y vecinos. “Avioncito”, como lo llamaban con cariño, vivía a pocas cuadras del sitio donde fue asesinado. Compartía su hogar con su pareja y sus hijos, trabajaba en un restaurante local y recientemente había comenzado a compartir contenido en redes sociales. Hoy, su comunidad exige justicia y pide a las autoridades reforzar la seguridad en este punto crítico de la ciudad.