
El 7 de diciembre de 2025, con ocasión del Día de las Velitas, comunidades de ocho regiones fuertemente afectadas por el conflicto armado compartieron sus deseos de paz, justicia y reparación.
En territorios como Catatumbo, Chocó, Sierra Nevada de Santa Marta, Arauca, Sur de Bolívar, Cauca, Medellín y Nariño, habitantes, lideresas y organizaciones sociales elevaron sus anhelos con velas encendidas como símbolo de esperanza.
- Desde Catatumbo, el llamado es a que “en esta Navidad no haya una madre que llore”, tras un año de violencia que dejó miles de desplazados, secuestrados y jóvenes asesinados.
- En Chocó, la petición es “paz” para comunidades étnicas que denuncian abandono del Estado y fuertes afectaciones por el control de grupos armados.
- En el Sur de Bolívar, familias desplazadas imploran que la tierra vuelva a ser un lugar de oportunidades, no de amenazas —que sus hijos crezcan “soñando y no escondiéndose”.
- En el Cauca, defensores de derechos humanos encendieron velas como un “grito silencioso”: la guerra debe terminar, las víctimas deben ser escuchadas y las instituciones deben responder.
El contexto que acompaña estas voces es grave: 2025 ha estado marcado por reactivaciones de violencia, incremento en asesinatos de líderes sociales, desplazamientos forzados, confinamientos y amenazas contra mujeres, jóvenes y población migrante.
Al encender sus velas, estas comunidades buscan no solo conmemorar una tradición, sino renovar la esperanza de vivir en paz —un llamado colectivo por un país donde la Navidad no sea sinónimo de temor, sino de reconciliación, dignidad y justicia.
