Cada 5 de noviembre se celebra el Día Internacional de las Personas Cuidadoras, una jornada dedicada a visibilizar el trabajo silencioso, constante y profundamente humano de quienes cuidan a personas mayores, enfermas o en situación de dependencia. Esta fecha, instaurada en 2014, busca sensibilizar a la sociedad sobre el impacto emocional, físico y social que implica esta labor.

Cuidar también es resistir
Ser cuidador no es solo asistir en tareas cotidianas. Es acompañar, escuchar, sostener y estar presente en momentos de vulnerabilidad. Muchas veces, esta entrega se realiza sin remuneración, sin descanso y sin reconocimiento. Por eso, esta conmemoración pone en primer plano una realidad que suele permanecer oculta: el desgaste emocional y físico que enfrentan millones de personas en todo el mundo.
En Colombia, donde el envejecimiento poblacional avanza y las redes de apoyo institucional son limitadas, el papel de los cuidadores —en su mayoría mujeres— es esencial para el bienestar familiar y comunitario.
Estrategias para cuidar sin descuidarse
Expertos en salud mental recomiendan adoptar medidas para prevenir el estrés asociado a esta labor. Delegar tareas, establecer límites, buscar apoyo profesional y participar en redes comunitarias son acciones clave para preservar el equilibrio emocional del cuidador.
Además, es fundamental que las instituciones reconozcan esta figura y promuevan políticas públicas que garanticen formación, acompañamiento y descanso para quienes cuidan.
Una expresión de amor y compromiso
Desde organizaciones como Cáritas Bizkaia y Vida Ascendente, se destaca que el cuidado es una forma concreta de expresar el amor al prójimo. “Cuidar es estar al servicio de los más frágiles, prolongando la ternura de Dios en el mundo”, afirman en su mensaje conmemorativo.
Esta visión espiritual se complementa con el enfoque social: cuidar es construir comunidad, fortalecer vínculos y dignificar la vida en todas sus etapas.
Reconocer para transformar
Este 5 de noviembre, el Día Internacional de las Personas Cuidadoras nos invita a mirar con gratitud y respeto a quienes sostienen la vida desde el silencio. Reconocer su labor es el primer paso para transformar su realidad. Porque cuidar también merece cuidado. Y porque detrás de cada gesto de asistencia hay una historia de amor, entrega y resistencia.
