Este 21 de enero el mundo celebra el Día Mundial del Abrazo, una demostración de cariño que por espacio de dos años por culpa de la pandemia del COVID-19 no pudimos expresar.
Esta fecha fue creada por Kevin Zaborney, un estadounidense quien preocupado por las pocas muestras de afecto de la gente en público e incluso con los miembros de su familia, y fue por esa excusa que se aprovechó para tener un motivo de abrazarnos.
Por primera vez se celebró en 1986 en el pueblo de Clio en Michigan y años más tarde se popularizó en los Estados Unidos gracias al Calendario de eventos Chase, publicación que presentaba todas las festividades locales del año y cuyo dueño era el abuelo de una de las mejores amigas de Zaborney.
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Beneficios:
Esta demostración de cariño es una de las más populares junto con el beso y según varios estudios tiene múltiples y beneficiosas funciones.
«Los bebés que son abrazados por sus madres al menos durante 20 minutos inmediatamente después del parto, lloran menos, duermen mejor y comen más que los demás»
Así lo reseñó el portal 65ymás, donde afirma que esta demostración de cariño en la que se involucra el tacto e incluso los describen como «el lenguaje del corazón».
- Aportan seguridad: Una buena dosis de abrazos nos ayuda a sentirnos seguros y confiados.
- Provoca placer: Cada vez que abrazamos a alguien o nos abrazan nuestro cerebro segrega dos sustancias que son la dopamina y la serotonina, ambas reducen el estrés y juntas proporcionan calma, tranquilidad y sosiego.
- Calma necesidades afectivas: Una persona necesita diariamente 14 abrazos para sentirse plenamente querido. Las personas que no muestran afecto sufren de algo que en psicología se conoce como hambre de piel y no es más que la necesidad de contacto humano.
- Nos ayuda a ser más felices: Cada abrazo nos ayuda a centrarnos y mantenernos felices y funcionales cada día.
- Cura la timidez: Permite a las personas tímidas entrar en confianza, ser más abiertos, espontáneos y seguros de sí mismos.
- Disminuye la presión arterial: Las personas que no tienen mucho contacto físico poseen una frecuencia cardiaca y una presión arterial mucho más alta que las personas que reciben abrazos de manera frecuente.
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