El aumento de estrés, ansiedad y sobrecarga emocional en Colombia está dejando una huella silenciosa en la salud física. De acuerdo a cifras de una reciente encuesta del Ministerio de Salud y Protección Social, el 66,3% de los colombianos declara que en algún momento de su vida ha enfrentado algún problema de salud mental. Y lo preocupante es que el 70,9% de los encuestados afirmaron que al ir al médico, casi nunca les preguntan sobre su salud mental.
Y esto es importante, porque muchas de las consultas en los centros médicos tienen que ver con dolores, molestias gastrointestinales o fatiga persistente sin causa médica aparente. Y la razón detrás puede ser la somatización, que es una respuesta fisiológica al malestar emocional y se ha convertido en un fenómeno cotidiano y, a menudo, difícil de diferenciar de una enfermedad real.
Somatizar no es «inventarse» los síntomas, sino el resultado de emociones no gestionadas que, al no expresarse, terminan manifestándose a través del cuerpo. Así lo explica la Dra. María José García Rubio, IP del grupo de investigación Cognición, Afecto y Resiliencia y docente de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Internacional de Valencia – VIU, perteneciente a la red de educación superior Planeta Formación y Universidades.
«Somatizar no es “imaginar” síntomas, sino que la emoción no gestionada activa sistemas fisiológicos como el estrés, la hipervigilancia o la respuesta autonómica», explica. «Cuando una persona no puede identificar, elaborar o expresar lo que siente, el cuerpo se convierte en la vía de salida de ese malestar. Es una forma de comunicación interna cuando las emociones no encuentran otro canal».
Los problemas económicos, las tensiones familiares, la sobrecarga laboral, la velocidad de las ciudades y la poca cultura de autocuidado, además de las dificultades en materia de salud mental en el país, han hecho que la somatización aumente de forma significativa.
Según detalla la experta de VIU, muchos pacientes llegan inicialmente a una consulta médica sin sospechar que el origen del malestar puede ser emocional, y comúnmente tiene que ver porque vienen de contextos con estrés sostenido, cansancio emocional y alta demanda, con ritmos acelerados y pocas pausas, que no les permite reconocer o expresar emociones, y allí es cuando el cuerpo asume esa carga.
Las señales de la somatización suelen ser sutiles, pero tienen un patrón que se puede reconocer. Los síntomas tienden a aparecer en momentos de presión o conflicto, fluctúan según el estado emocional y muchas veces las pruebas médicas resultan normales. Molestias como presión en el pecho, nudo en la garganta, tensión muscular o malestares digestivos suelen mejorar cuando la persona descansa, se calma o recibe contención emocional.
¿Cómo saber, entonces, si se trata de una dolencia orgánica o una reacción psicosomática? La recomendación de la Dra. García Rubio es observar la relación entre los síntomas y el contexto emocional
«No se trata de minimizar los síntomas, sino de entenderlos», recomienda la especialista. «Cuando la dolencia cambia rápidamente según el estado emocional, aparece sin una causa física clara o mejora con técnicas de regulación, suele haber un componente psicosomático. Y ante la duda, siempre es adecuado buscar orientación profesional, evitando automedicación o asumir diagnósticos».
El manejo de la somatización requiere acompañamiento y hábitos saludables. La psicoterapia ayuda a identificar emociones y darles espacio antes de que se conviertan en dolor físico. Las prácticas de regulación como respiración profunda, mindfulness, pausas activas, descanso adecuado y límites laborales también reducen la intensidad de los síntomas.
La clave está en aprender a escuchar el cuerpo como un mensajero y poder entender qué emociones están detrás de cada tensión. De alguna manera, la salud física es tan importante como la salud mental y emocional. Una vida plena está en atender a todas estas de manera prioritaria.
