Por: Nilsa Villota

Hoy, a poco más de un año para que finalice este gobierno, nos sorprende con algo que, muy sinceramente, resulta preocupante para quienes defendemos la Constitución y la democracia. Se habla de la intención de cambiar la Constitución, la misma que fue estructurada con la participación de todos los sectores políticos y diversos gremios. Una Constitución que funcionaría perfectamente, de no ser por los gobiernos que, en múltiples ocasiones, la desconocen y pasan por encima de ella.

Recuerdo muy bien a Petro en campaña, cuando buscó a Mockus para solicitar su apoyo. Mockus le puso varias condiciones, entre ellas le pidió que jamás convocara una Asamblea Nacional Constituyente. Sabía lo peligroso que esto podía resultar. Hicieron el show mediático más impresionante: firmaron en mármol, fueron a una notaría a sellar ese compromiso, y muchas personas que aún dudaban en votar por Petro se animaron al ver este acuerdo junto a Mockus.

Hoy me pregunto: ¿qué estaría pensando Antanas Mockus si estuviera en pleno uso de sus facultades? Seguramente estaría completamente indignado y sentiría que fue engañado y utilizado, por decir lo menos. Y, particularmente, a mí también me parece que se está actuando mal desde el gobierno con respecto a un compromiso tan serio y relevante.

Desde mi perspectiva, siempre diré un SÍ rotundo a las reformas sociales que benefician al pueblo sin distinción alguna. Pero que me hablen de una Asamblea Nacional Constituyente me asusta. Es inevitable pensar que, en ese sentido, están tomando el mismo camino del chavismo. Me resulta molesto darle credibilidad a los discursos de la oposición cuando repiten que el progresismo nos quiere llevar a ser como Venezuela. Antes lo tomaba como un argumento sin sentido, pero ahora toma forma al ver cómo este gobierno acelera ese tema, mientras por otro lado frena los compromisos asumidos, no solo con Mockus, sino con todos sus votantes.

Que destapen sus cartas, para saber realmente qué es lo que pretenden. No es justo que nos prometan una cosa para luego hacer otra completamente diferente. Si su intención es llevarnos por un camino socialista, es completamente válido; pero díganlo con claridad y responsabilidad. Seguramente obtendrán un apoyo importante en parte de la sociedad, aunque otros estaremos totalmente en contra.

Repito: un SÍ rotundo a las reformas sociales, pero un NO radical a la propuesta de una Asamblea Nacional Constituyente.