En un caso que ha estremecido a Bogotá y al país, dos adolescentes murieron luego de consumir frambuesas bañadas en chocolate que, según la investigación, estaban contaminadas con talio — un metal altamente tóxico — en un acto que ya es considerado homicidio.

El suceso

Las víctimas, dos estudiantes de 15 años, se encontraban en un apartamento del norte de Bogotá compartiendo una tarde con amigas cuando recibieron como obsequio unas frambuesas. Horas después de consumirlas comenzaron a presentar síntomas graves de intoxicación y fallecieron.

El análisis del metal realizado por los peritos reveló niveles letales de talio en las frutas y en los cuerpos de las menores, lo que descartó un accidente alimenticio o contaminación fortuita.

Sospechosa identificada y huida internacional

La principal sospechosa del crimen fue identificada como una mujer — de profesión empresaria — quien, según las autoridades, habría coordinado el envío del paquete con las frambuesas contaminadas a través de mensajería hacia la vivienda donde estaban las niñas.

Pocos días después de conocerse el desenlace, la mujer abandonó el país con destino inicial a Argentina, seguida de movimientos hacia Brasil, España y Reino Unido. Ante ello, las autoridades emitieron una orden de captura internacional y una circular roja de Interpol.

Reacciones y exigencias de justicia

El caso ha generado indignación en la opinión pública. Familiares y ciudadanos demandan investigar seriamente los lazos entre la sospechosa y uno de los progenitores de las víctimas — un vínculo sentimental que podría ser el móvil del crimen.

Mientras tanto, la investigación permanece abierta, con un equipo especializado trabajando para reunir más pruebas, determinar responsabilidades y lograr la captura de la implicada.

Una tragedia que sacude al país

Más allá de las cifras y los procedimientos, este suceso es una herida abierta para quienes creían en la inocencia de un regalo y para una comunidad que exige respuestas. Dos vidas jóvenes se apagaron de forma violenta, inesperada y deliberada. La alerta internacional, la movilización de la justicia y la presión de la ciudadanía buscan devolver sentido a ese dolor: que haya verdad, justicia — y que un acto tan vil no quede impune.