Pasto vive la Navidad desde el corazón. En medio de luces, risas y canciones, los estudiantes del programa de Auxiliar de Enfermería convirtieron una jornada común en un verdadero festival de alegría infantil, llevando a los barrios de la ciudad el calor y la esperanza que solo la época navideña puede despertar.

La iniciativa, que nació del compromiso social de los futuros profesionales de la salud, tuvo como objetivo regalar un día de felicidad a los niños que muchas veces no tienen la posibilidad de disfrutar de celebraciones de este tipo. Vestidos con gorros rojos, trajes de duendes y sonrisas contagiosas, los estudiantes visitaron distintos sectores para compartir regalos, dulces y momentos de esparcimiento con la población infantil.

“Esta actividad nos enseña que la verdadera esencia de la Navidad no está en lo material, sino en poder brindar amor y compañía. Ver a los niños felices es la mejor recompensa”, expresó Andrea Farinango, docente coordinadora de la jornada.

El evento, denominado “Navidad Fantástica”, incluyó presentaciones de teatro, danzas, juegos tradicionales, pintucaritas, concursos y talleres de manualidades donde los pequeños elaboraron adornos y tarjetas con mensajes de paz y esperanza. Cada actividad fue pensada para estimular la creatividad y fortalecer los lazos familiares y comunitarios.

El ambiente se llenó de risas, villancicos y el aroma de buñuelos y natilla. Los niños, muchos de ellos provenientes de sectores vulnerables, no ocultaban su emoción al recibir los obsequios preparados por los estudiantes.

“No sabíamos si este año podríamos tener una Navidad diferente, pero hoy todo cambió. Ver a mis hijos reír y jugar es un regalo que no tiene precio”, comentó emocionada María Eugenia, madre de dos pequeños beneficiarios.

Los futuros auxiliares de enfermería asumieron esta jornada como parte de su formación integral. Además de promover la salud emocional y social, aprendieron el valor del servicio y la empatía, pilares fundamentales para su futuro profesional.

“Cada abrazo, cada sonrisa y cada palabra de agradecimiento nos recuerdan por qué elegimos esta carrera. La salud no solo se trata de curar el cuerpo, sino también de sanar el alma”, añadió la estudiante Paola Quiñones, una de las organizadoras.

La jornada navideña también fortaleció el sentido de pertenencia entre los habitantes de los barrios visitados. Vecinos, comerciantes y padres de familia se unieron para apoyar la logística, aportar refrigerios y acompañar las actividades. Lo que empezó como una celebración estudiantil terminó convirtiéndose en una gran fiesta comunitaria, donde la solidaridad fue la protagonista.

La docente Andrea Farinango destacó que este tipo de experiencias permiten que los estudiantes se conecten con la realidad social de su entorno. “Como institución formadora, queremos que nuestros jóvenes comprendan que el cuidado también significa escuchar, acompañar y construir comunidad. La Navidad es el momento perfecto para hacerlo”, señaló.