El subsidio al Gas Licuado de Petróleo (GLP) en cilindro, que beneficiaba a cerca de 700,000 usuarios en Colombia, desaparecerá en 2025 tras la expedición del Decreto 1621 de 2024, el cual liquida el Presupuesto General de la Nación para el próximo año sin incluir la partida necesaria para garantizar su continuidad. Esta medida afectará de manera directa a 370,000 hogares de estratos 1 y 2 en el departamento de Nariño, quienes quedarán sin este alivio económico fundamental para la preparación de sus alimentos.
Un golpe a los más vulnerables
La eliminación de este subsidio supone un duro golpe para las comunidades más pobres del país, especialmente en Nariño, donde el acceso a otras fuentes de energía es limitado y costoso. La principal preocupación es que miles de familias regresarán al uso de leña, lo que no solo implica un retroceso en términos de calidad de vida, sino también graves impactos ambientales y de salud pública, derivados de la exposición al humo en espacios cerrados.
Desde distintos sectores se ha solicitado a los ministros de Hacienda y Minas y Energía que revisen si en el decreto hubo un error de omisión y que corrijan esta situación. De no ser así, el Gobierno deberá esclarecer ante la opinión pública si, efectivamente, se ha tomado la decisión de poner fin a este beneficio de alto impacto social.
Un problema estructural en el suministro de energía
El subsidio al GLP en cilindro era un mecanismo clave para garantizar el acceso a energía a hogares en zonas rurales y apartadas, donde la infraestructura de gas domiciliario no llega. Su eliminación no solo incrementa el gasto de las familias más vulnerables, sino que también pone en evidencia la falta de una política energética equitativa y sostenible para el país.
Mientras el Gobierno guarda silencio sobre este tema, en Nariño las comunidades empiezan a organizarse para exigir que se restablezca el subsidio y se garantice un acceso justo a este recurso esencial. De lo contrario, el 2025 marcará un retroceso en las condiciones de vida de miles de colombianos, que nuevamente deberán cocinar con leña en pleno siglo XXI.