Con la llegada de la primavera en el hemisferio sur, las redes sociales se tiñen de amarillo. Cada 21 de septiembre, millones de usuarios comparten fotos, videos y mensajes con flores amarillas como protagonistas. Lo que comenzó como una escena de ficción se transformó en una tradición que une generaciones, culturas y emociones.

El origen: una canción, un deseo y una historia que marcó época
La raíz de esta costumbre se encuentra en la telenovela argentina Floricienta, emitida a comienzos de los años 2000. En uno de sus momentos más recordados, la protagonista expresa su sueño de recibir flores amarillas como símbolo de amor verdadero. La escena, acompañada por la canción “Flores amarillas”, se convirtió en un ícono cultural que trascendió la pantalla.
Desde entonces, regalar flores amarillas en esta fecha se volvió una forma de cumplir ese deseo, no solo para los fanáticos de la serie, sino para quienes buscan transmitir afecto, esperanza y alegría.
El significado detrás del color
El amarillo no fue elegido al azar. Este color representa energía, optimismo, renovación y vitalidad. En el contexto de la primavera, se asocia con el renacer de la naturaleza, el sol y los nuevos comienzos. También simboliza el cariño entre amigos, el amor sincero y la ilusión de lo que está por venir.
Por eso, regalar flores amarillas no es solo un gesto decorativo. Es una forma de decir “te quiero”, “te valoro” o simplemente “estoy aquí”.
Más allá de Argentina: una tradición que cruza fronteras
Aunque nació en la cultura popular argentina, esta costumbre se ha expandido por toda Latinoamérica. En países como Uruguay, Chile y Colombia, el 21 de septiembre se celebra la primavera, el Día del Estudiante o el Día del Amor y la Amistad. Las flores amarillas se han integrado a estas festividades como símbolo de conexión emocional.
Plataformas como TikTok e Instagram han sido clave en la viralización de esta tradición. Jóvenes de distintas edades recrean la escena de Floricienta, comparten arreglos florales y reviven el mensaje de la canción. Así, lo que comenzó como una ficción se convirtió en una expresión colectiva de afecto.
Un gesto que sigue floreciendo
Cada año, esta tradición se fortalece. Las flores amarillas se han convertido en un símbolo de lo que todos necesitamos: esperanza, alegría y vínculos sinceros. Y aunque la primavera solo llega a algunos países en septiembre, el mensaje detrás de esta costumbre no tiene estación. Porque regalar flores amarillas es, ante todo, una forma de celebrar la vida.
