En Nariño, una iniciativa liderada por el psicólogo Oswaldo Navarro ha creado un modelo innovador de protección infantil que rompe con el asistencialismo. Con programas que combinan educación, terapia y emprendimiento, la Fundación Sentido de Vida demuestra que la niñez necesita más que caridad: necesita dignidad y oportunidades.

En un país marcado por desigualdades y heridas sociales profundas, en Pasto nació hace nueve años una propuesta que se ha convertido en referente de transformación. La Fundación Sentido de Vida, bajo el liderazgo del psicólogo clínico Oswaldo Navarro Arteaga, ha demostrado que la protección de la niñez vulnerable no puede limitarse a brindar techo y comida, sino que debe ofrecer herramientas reales para la vida.

“Los niños no deben salir a buscar trabajo, deben salir preparados para generar empleo y proyectos propios”, afirma Navarro, convencido de que la niñez no necesita lástima, sino posibilidades. Esa visión ha dado forma a un espacio donde el amor se convierte en acción y donde cada programa es un paso hacia la autonomía y la esperanza.

La fundación ha desarrollado ambientes de formación únicos en la región: una piscina terapéutica que ayuda a sanar cuerpo y mente; un gimnasio que enseña disciplina y autocuidado; un curso de gastronomía que abre puertas al emprendimiento; un taller de barbería que transforma la identidad en oficio; una huerta casera que inculca respeto por la tierra; y espacios de manualidades que fortalecen la autoestima y la creatividad. Cada actividad, más que un pasatiempo, es una apuesta por la construcción de un futuro sólido.

El impacto ha sido evidente. Lo que comenzó con apenas 10 cupos hoy cuenta con 65 plazas de atención, un crecimiento que no se mide solo en números, sino en sueños restaurados. Niños y niñas que antes vivieron abandono y violencia ahora encuentran un refugio donde se les enseña a vivir con plenitud y esperanza.

“En cada niño hay un futuro empresario, un líder social, un creador de sueños. Nuestra labor no es sembrar lástima, es sembrar posibilidades”, sostiene Navarro, quien ha entregado su vida a esta causa.

La filosofía de Sentido de Vida incomoda a algunos sectores porque rompe con el esquema tradicional de asistencia infantil. No es beneficencia, es inversión en talento humano. No es resignación, es dignidad. Y sobre todo, es una rebelión contra un sistema que suele dejar a los más vulnerables a la deriva.

La historia de la fundación es, en sí misma, un llamado urgente: proteger a la niñez no es darles lo mínimo, es ofrecerles lo mejor. En Nariño, una tierra tantas veces golpeada por el dolor, hoy se escribe una página distinta: la de la esperanza. Una esperanza que no se queda en los discursos, sino que se cultiva en cada niño que, con sus propias manos, ya está construyendo el futuro.