El huracán Melissa ha dejado un trágico saldo de al menos 49 personas fallecidas y una profunda huella de destrucción en varias islas del Caribe. Con vientos superiores a los 200 kilómetros por hora, el fenómeno natural golpeó con especial fuerza a Jamaica, Haití y Cuba, provocando inundaciones, deslizamientos de tierra y severos daños en infraestructuras esenciales.

En Jamaica, las autoridades declararon estado de emergencia tras la devastación en amplias zonas costeras. Miles de viviendas fueron destruidas o quedaron inhabitables, y se reportan cortes prolongados de electricidad y agua potable. Las labores de rescate se han visto complicadas por carreteras bloqueadas y comunidades completamente aisladas.

En Haití, el paso del huracán agravó la ya frágil situación humanitaria. Varias regiones quedaron incomunicadas, y los equipos de socorro trabajan sin descanso para asistir a las familias afectadas. En Cuba, las provincias orientales registraron intensas lluvias y fuertes marejadas, mientras las autoridades evacuaron a más de 150 000 personas como medida preventiva.

Los meteorólogos han señalado que Melissa alcanzó una intensidad excepcional debido al aumento de la temperatura del océano Atlántico, un factor que potencia la formación de huracanes más violentos. Expertos en cambio climático advirtieron que este tipo de tormentas podrían volverse más frecuentes e impredecibles si las condiciones actuales persisten.

Organismos internacionales, entre ellos la Cruz Roja y la ONU, ya han anunciado la movilización de recursos de emergencia para asistir a las poblaciones más afectadas. Se estima que la reconstrucción de infraestructuras y viviendas podría tardar varios meses, mientras los gobiernos locales solicitan apoyo internacional para hacer frente a las pérdidas.

El paso del huracán Melissa deja una clara lección sobre la vulnerabilidad de los países caribeños frente a los fenómenos meteorológicos extremos. En medio de la destrucción, se refuerza el llamado global a fortalecer los sistemas de prevención, respuesta y adaptación climática para proteger a las comunidades más expuestas.