Un nuevo informe internacional advierte que la presión humana sobre los ecosistemas está generando niveles de degradación sin precedentes, con impactos directos sobre la disponibilidad de agua, la seguridad alimentaria y la salud de millones de personas. El documento destaca que la producción intensiva de alimentos y combustibles fósiles continúa siendo uno de los principales motores del deterioro ambiental.

Según los expertos, la pérdida acelerada de biodiversidad, la contaminación del aire y del agua, y la degradación del suelo están alcanzando un punto crítico. Estos factores, combinados, podrían comprometer seriamente la capacidad de los países para sostener sus sistemas agrícolas y garantizar el acceso a recursos naturales esenciales durante las próximas décadas.

El informe señala que cada hora se generan daños ambientales de enorme magnitud, lo que evidencia un ritmo de deterioro mayor del que muchos gobiernos y comunidades pueden gestionar. Entre las preocupaciones más urgentes se encuentran el avance de la deforestación, el aumento de zonas áridas, la disminución de especies clave para la estabilidad de los ecosistemas y el incremento de los desastres asociados al cambio climático.

Los especialistas coinciden en que se requieren medidas inmediatas para reducir la presión sobre los recursos naturales, promover prácticas productivas sostenibles y ampliar los programas de restauración ambiental. También subrayan la importancia de fortalecer la educación ambiental y de involucrar a las comunidades en acciones de conservación que permitan frenar una crisis que ya muestra efectos visibles en distintos continentes.

El informe concluye que, si no se actúa de manera coordinada y urgente, el deterioro ambiental podría desencadenar impactos económicos y sociales de gran escala, afectando especialmente a las poblaciones más vulnerables del planeta.