La carretera que conecta a Pasto con el departamento del Putumayo ha sido escenario de múltiples accidentes de tránsito, evidenciando su peligrosidad y el estado precario en el que se encuentra. El más reciente incidente ocurrió en la mañana de este lunes, en el tramo Santiago-El Encano, específicamente en el sector conocido como Los Hinchas. Una camioneta de servicio público se volcó por causas aún no establecidas, dejando al menos tres heridos que fueron trasladados al hospital Pío XII de Colón, Putumayo, para recibir atención médica.
Este suceso se suma a una preocupante serie de accidentes en esta vía. Hace aproximadamente tres semanas, un trágico accidente en la vía Mocoa-San Francisco dejó seis fallecidos y cinco heridos, cuando una camioneta cayó a un abismo en el sector de El Mirador.
La carretera Pasto-Putumayo es la principal arteria que conecta al Putumayo con Nariño y otras regiones del interior del país. Su estado actual es deplorable, con tramos intransitables que representan un riesgo constante para quienes la transitan. A pesar de ser la única vía utilizable para llegar al Putumayo, las condiciones de la carretera no han recibido la atención necesaria por parte de las autoridades competentes.
Es inconcebible que, en pleno siglo XXI, en una era de avances tecnológicos e industriales, una vía de tanta importancia estratégica y económica se encuentre en tal estado de abandono. La falta de mantenimiento y adecuación de la carretera no solo pone en riesgo la vida de los usuarios, sino que también afecta el desarrollo económico y social de la región, limitando el transporte de bienes y servicios y aislando a comunidades enteras.
Es imperativo que el gobierno nacional y las entidades responsables tomen medidas inmediatas para intervenir y mejorar esta vía. La implementación de proyectos de infraestructura vial que garanticen la seguridad y eficiencia en el tránsito es una necesidad apremiante. Además, se requiere una planificación a largo plazo que contemple el mantenimiento periódico y la modernización de la carretera, asegurando su funcionalidad y seguridad para todos los usuarios.
La comunidad y los líderes locales deben alzar su voz para exigir soluciones concretas y efectivas. No podemos permitir que más vidas se pierdan y que el desarrollo de la región se vea truncado por la indiferencia y la inacción. Es hora de transformar la llamada «Vía de la Muerte» en una carretera que promueva la vida, la seguridad y el progreso para todos.