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Entra el calendario en diciembre, el mes más alegre del año y por ello, hoy en Pasto y en nuestro departamento de Nariño, despertamos en un ambiente festivo que combina tradición, color, movimiento y un espíritu comunitario difícil de encontrar en otras regiones.

No es para menos, puesto que este mes no solo marca la antesala de las festividades más importantes del año; también se convierte en un motor para la reactivación económica y un refugio emocional en tiempos de incertidumbre.

En Pasto, el inicio de diciembre no es únicamente un cambio de página: es una transformación en las calles, en las plazas públicas y en el propio ritmo cotidiano. Una hermosa y colorida transformación que en nuestro medio tuvo un “madrugón” y es por ello, que, en estos momentos, vivimos la Navidad, como si estuviéramos en 24 de diciembre.

Precisamente es en esta época cuando la ciudad reafirma su vocación cultural y festiva. La antesala del Carnaval de Negros y Blancos, que comienza a sentirse desde los primeros días del mes, activa el talento local, la creatividad y un circuito productivo que incluye artistas, artesanos, músicos, comparsas y pequeños emprendedores. Diciembre es, para Pasto, el puente hacia su expresión más auténtica.

Tras años de desafíos sociales y económicos, diciembre representa para Nariño una oportunidad real de recuperación. Los sectores más impactados —el turismo, el comercio local, la gastronomía y la economía cultural— encuentran en este mes un impulso determinante.

Las familias salen con mayor frecuencia, los visitantes llegan desde diferentes regiones del país y de países vecinos, y la economía circular —esa que depende de las compras en mercados, talleres familiares, plazas y ferias— se fortalece de manera palpable.

Para los artesanos, diciembre es el mes en que su trabajo cobra mayor visibilidad. Para los campesinos, que siempre han sostenido la seguridad alimentaria del departamento, es un tiempo en el que la demanda de productos locales crece y se diversifica. Para los emprendedores pequeños y medianos, significa la oportunidad de mostrar innovación, calidad y resiliencia.

Pero diciembre en Nariño no solo se mide en pesos, turistas o ventas. También se mide en lo intangible: en el regreso de la alegría colectiva, en la presencia de la música en las calles, en los encuentros familiares y en la tradición que une generaciones.

En una región históricamente marcada por dificultades, el mes decembrino funciona como un bálsamo emocional. La sensación de comunidad se fortalece; la gente vuelve a sonreír con más facilidad, los parques se llenan de niños y el aire frío de Pasto se mezcla con una calidez humana que solo la cultura nariñense sabe generar.

Lo más valioso del inicio de diciembre en Pasto y Nariño es que la reactivación no surge de la copia de modelos externos, sino del fortalecimiento de la identidad propia. La cultura, las tradiciones, la creatividad y la calidez humana no solo generan ingresos: generan sentido, fortalecen la autoestima colectiva y proyectan a la región hacia el futuro.

La alegría de diciembre no debe ser efímera: debe ser un recordatorio de lo que es posible cuando la comunidad se une.  Diciembre es un abrazo colectivo. Y en Nariño, ese abrazo se siente más fuerte que en cualquier otra parte.

Hoy nos despertamos con la llegada del mes más alegre y esperado del año y, por lo tanto, nos aguardan unos tiempos maravillosos con la Noche de las Velitas, el inicio de las novenas navideñas, la celebración del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, el fin de año, y en el caso de Pasto, el Carnaval de Negros y Blancos. Preparémonos para disfrutarlos.