Más allá de los que mejor huelen y los que obsesionan a todas las edades, hay dos perfumes de mujer que dejan huella, y se caracterizan por no poder ser más distintos, al tiempo que copan las listas de ventas desde hace treinta años: L’Eau d’Issey, de Issey Miyake, y Angel, de Thierry Mugler. De ahí que sean fragancias que usan desde siempre todo tipo de chicas: de nuestras abuelas a nuestras hijas, pasando por nuestras amigas); dos perfumes de mujer tan emblemáticos estaban destinados a compartir aspectos definitorios. Hablamos de algo tan obvio como su año de nacimiento, 1992, así como un aspecto tan subjetivo como trascendental: ser pioneros en sus propias categorías. Desentrañamos el fenómeno con ayuda del perfumista Agustí Vidal, Sillón Magnolia de la Academia del Perfume.
Dicen que en los 90 la gente se dedicaba a mirar al futuro, y sin embargo, todos miramos ahora esa década en busca de inspiración y respuestas; así descubrimos que 1992 supuso un año histórico también para la perfumería. En España, este fue el año de los Juegos Olímpicos de Barcelona, de la Expo de Sevilla, del AVE, pero también el principio de una grave recesión. Y como estábamos a otras cosas, “llegamos tarde a las grandes tendencias en perfumes”, en palabras de Vidal. “Ahora las mujeres usan Angel, pero no en el 92, cuando el mercado español era un mercado fresco; por eso L’Eau d’Issey resultaba más aceptable entonces”, añade el perfumista. En cualquier caso, es el año de creación de ambos.
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L’Eau d’Issey: la primera fragancia floral-acuática
Según Agustí Vidal, “L’Eau d’Issey marcó la culminación de un proceso: el de crear frescor en el universo floral (no cítrico) –que arrancó con la flor blanca de Anaïs Anaïs–”. El ingrediente clave fue el hedione: “Es una molécula que se detectó en el jazmín, con un olor floral muy transparente y, al final, con cierta connotación a piel de limón. Se sintetizó en el 57, aunque comenzó a utilizarse mucho después, como en Eau Sauvage de Dior, en 1966″, explica.
Así, el hedione, “marca un antes y un después en la historia de la perfumería, y llega un momento en el que nos permite explorar el concepto floral-acuático junto con otra molécula llamada calone (que descubrió una empresa farmacéutica). El paradigma es L’Eau d’Issey”, nos dice Vidal. Constituyó el origen de una nueva familia a la que pertenecen otros éxitos olfativos como Femme, de Angel Schlesser o CK One, de Calvin Klein.
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Angel: la primera fragancia ‘gourmand’
Como dice Vidal, “en el 92 sale Angel también, pero es absolutamente lo contrario a L’Eau d’Issey”. Él no trabajó en su creación, pero le consta que Mugler quería “algo especial, aunque asumible olfativamente por incorporar algún elemento que nos trasladase a recuerdos agradables de la infancia”. La traducción que hizo Olivier Cresp, también miembro de la Academia del Perfume, consistió en “una composición muy dura a la que añadió una cantidad enorme de olor a azúcar quemado; un aroma tan raro como reconfortante. En aquel momento, el resultado era disonante –con ese olor ni metálico ni azul, como el frasco–; pero el mercado respondió y aún copa las listas de los más vendidos, conviviendo con La Vie Est Belle, un perfume que no habría existido sin este precedente”, apunta el perfumista.
En su opinión (y la de la mayoría de teóricos), “el olor gourmand nace con Angel, del mismo modo que el floral-acuático nace con L’Eau d’Issey. No había nada en el mercado que oliera a chuches, a chocolate, y la perfumería inventó ese adjetivo para poder definirlo”, afirma Vidal. Además, la fragancia estrellada ostenta otro hito: fue el primer perfume recargable.