En su visita a Infobae Colombia, el exembajador en el país norteamericano, excanciller y hoy precandidato presidencial lamentó cómo su trabajo para mantener abierto el canal diplomático con la administración de Donald Trump se derrumbó y habló de las profundas diferencias con el presidente
Han pasado nueve meses del episodio que marcó el declive en las relaciones diplomáticas y comerciales entre Colombia y Estados Unidos, que hoy tienen al presidente de la República, Gustavo Petro, con su Gobierno, descertificado en la lucha antidrogas, sin visa por incitar a los soldados norteamericanos a rebelarse en contra de Donald Trump y, como si fuera poco, incluido en la temible Lista Clinton: que, en términos prácticos, representa su “muerte financiera”.
La jornada del domingo 26 de enero de 2025 ha sido identificada como la génesis de un camino de “no retorno”, en el que el jefe de Estado, con un mensaje publicado a las 3:40 a. m., desató una fuerte represalia por parte del Ejecutivo norteamericano: pues su negativa a recibir cerca de 160 deportados desde ese país hizo que desde Washington se tomaran una serie de determinaciones de las que, a decir verdad, poco o nada se conocía de manera pública.
Uno de los protagonistas de primer orden de ese caótico día fue Luis Gilberto Murillo: que, tras servir como embajador de Colombia en los EE. UU. fungía como ministro de Relaciones Exteriores. Con precisión quirúrgica, trató de recomponer las relaciones, logrando al final del día contener -al menos- lo que hubiera sido una cascada sin precedentes de sanciones contra el país; sin embargo, lo que parecía ser un nuevo comienzo, se convirtió en el “principio del fin”.
En diálogo con Infobae Colombia, el hoy aspirante al primer cargo de la Nación, en una candidatura que espera validar con más de 630.000 firmas, se desmarcó del momento actual por el que atraviesan las relaciones entre ambos países. Y, en especial, de la manera en que el jefe de Estado ha intensificado su discurso contra el que es, aún, el principal socio comercial y estratégico del país, por lo que fue enfático en que es necesario reconstruir el canal diplomático.
Luis Gilberto Murillo recordó el “inicio del fin” en las relaciones entre Colombia y EE. UU.
Para Murillo, hay una verdad de a puño: la interacción entre ambos países trasciende los gobiernos y los ciclos políticos. “Es una relación que va mucho más allá, porque es de la gente, con vínculos tan estrechos que hay en temas económicos, comerciales y de seguridad; pero sobre todo culturales. Tenemos tres millones de colombianos y colombianas en los Estados Unidos que impactan a casi 12 millones de personas en Colombia”, afirmó el excanciller.
Y sostuvo que su experiencia personal como exiliado en Estados Unidos y su ascenso en esa sociedad, en la que estuvo por más de una década, le permitieron comprender la importancia de estos lazos, especialmente para comunidades tradicionalmente excluidas en Colombia. Fue entonces cuando recordó, en su visita a esta redacción, cómo se vivió un episodio crítico que, en su concepto, puso en jaque la estabilidad económica y política del país.
Destacó cómo, desde su óptica, Colombia fue el primer país que aprendió a negociar con Trump. “Lo que me correspondió liderar ese domingo, sin jactancia alguna, salvó literalmente la economía colombiana”, dijo sin titubeos el exfuncionario. E insistió en que fue, sin duda, “el domingo de pesadilla” para la diplomacia colombiana, pues puso a prueba su talante en el cargo, a niveles insospechados, pero también evidenció sus profundas diferencias con Petro.
Las consecuencias que se venían para el país, de acuerdo con Murillo, eran catastróficas en diferentes campos. No solo habló de sanciones en asuntos consulares, con temas como el de la expedición de visas para los ciudadanos del común, sino además duras represalias con la entrada a suelo norteamericano de funcionarios del Ejecutivo, pero lo más grave, de representantes de la banca multilateral, como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
“Todos los funcionarios que arribaron esa semana antes que se levantara la minisanción, que llegaron a Washington con visa diplomática, pero que no tenían nada que ver con el Gobierno colombiano, les cancelaron la visa”, contó el excanciller, que al ver una dicotomía en la manera de manejar las relaciones con la potencia mundial, prefirió dar un paso al costado y cumplir con su anuncio de que no duraría más de dos años como parte del gabinete.
Además, se impusieron aranceles del 25% y 50%, lo que, según sus palabras, de haber entrado finalmente en vigencia, “le hubiese dado un duro golpe a la economía. Estábamos hablando de millones de empleos, porque es el país a donde más exportamos: el 30% de lo que se hace acá. Es nuestro principal socio comercial”, dijo Murillo, que no estuvo de acuerdo con que se rompiera ese vínculo bilateral con este país, con el que se vive el peor momento en la alianza.
