En tiempos en los que la violencia y la desigualdad amenazan de forma constante los sueños de nuestros niños, niñas y adolescentes, resulta profundamente esperanzador ver cómo en Nariño florecen espacios de unión, reflexión y acción para proteger la vida y el futuro de quienes representan la esperanza de un mejor mañana.

La reciente Mesa Departamental de Prevención del Reclutamiento, Uso y Utilización de Niños, Niñas y Adolescentes no solo fue un encuentro institucional, sino una demostración de compromiso, sensibilidad y articulación en torno a una causa que nos interpela como sociedad: la defensa de la infancia frente a la violencia.

El liderazgo del Gobierno Departamental, en coordinación con la Consejería Presidencial para los Derechos Humanos, marcó un punto alto en la articulación interinstitucional. La presencia de más de 16 entidades nacionales y regionales demuestra que la prevención del reclutamiento forzado es una tarea colectiva, que exige la unión de voluntades, el intercambio de saberes y el fortalecimiento de capacidades locales. Cada entidad que se sienta en esta mesa representa una pieza esencial de una estructura de protección que busca llegar a todos los rincones del territorio nariñense.

El hecho de que el 84% del mapeo de la oferta institucional ya esté completado y que 25 municipios hayan recibido acompañamiento técnico revela un avance significativo. Esto demuestra que la estrategia no se queda en los discursos, sino que se materializa en acciones concretas que fortalecen la presencia institucional y garantizan acompañamiento a las comunidades más vulnerables.

Más allá de los números, esta Mesa es un ejercicio de construcción social y territorial. Reconocer la diversidad de Nariño, sus pueblos indígenas, afrodescendientes, campesinos y urbanos es comprender que no existen soluciones únicas. Cada comunidad vive sus propias dinámicas, enfrenta desafíos distintos y posee saberes que deben ser valorados. Por ello, el enfoque étnico, diferencial y territorial es una de las mayores fortalezas de esta iniciativa.

Otro aspecto positivo es el impulso a la formación de actores locales, un componente clave para la sostenibilidad del proceso. Los tres encuentros regionales sobre rutas de prevención temprana, urgente y de protección han permitido que líderes, docentes, defensores y funcionarios locales adquieran herramientas para identificar riesgos, activar rutas y acompañar a las familias en momentos críticos.

La capacitación de 46 entidades en enfoques de género, étnico y territorial es igualmente valiosa. Significa que la prevención no se aborda desde la generalidad, sino desde la comprensión profunda de las realidades humanas que la atraviesan. Cada niño y niña que logra ser protegido es el resultado de una red fortalecida, empática y consciente de su papel.

Además, el hecho de que 30 municipios estén priorizados en el plan de acción, con 26 estrategias ya activas, evidencia un avance territorial sólido. La prevención está llegando a los lugares donde más se necesita, a aquellos donde el riesgo de reclutamiento se confunde con la pobreza, la falta de oportunidades y la presencia de grupos armados.

La activación de rutas de protección en nueve casos individuales y el acompañamiento colectivo a comunidades en riesgo son logros que hablan de una política viva, que no se mide únicamente por informes, sino por las vidas que logra transformar. Del mismo modo, el apoyo a tres procesos de desvinculación en articulación con el Icbf y la Fuerza Pública confirma que la recuperación de la niñez arrebatada es también una prioridad.

La Mesa Departamental deja una huella positiva y un horizonte de esperanza. Nariño demuestra, una vez más, que es un territorio que resiste, que aprende y que avanza. Un territorio que protege su infancia, y con ella, siembra futuro.