¿Por qué los perfumes que se lanzó al mercado en pesetas y se diseñó para los gustos olfativos de los 80 y 90 es capaz de seducir con idéntica pasión a la generación Bizum? ¿Cómo es posible que los fans de Bad Bunny utilicen la misma fragancia que los de Radio Futura? ¿Por qué un ingrediente tradicional de la perfumería masculina, como la lavanda, deja de ser considerado viejuno para convertirse en el paradigma de la modernidad? En definitiva, ¿qué debe tener una composición olfativa para superar la brecha generacional y alcanzar el estatus de clásico atemporal?
Para intentar dar respuesta a estas preguntas, hemos hablado con Daniel Figuero, Fragance Ambassador de Dior, licenciado en Psicología y autor del libro Contraperfume, y esto es lo que nos ha dicho: “A diferencia de la industria textil, en la que las modas se suceden casi sin solución de continuidad, las tendencias olfativas duran, aproximadamente, una década. Las modas son efímeras y algo que gustaba mucho en un momento determinado, con el paso de los años, empieza a ser percibido como caduco o casposo y nada representativo de su tiempo. Eso sí, cuanto te identificas mucho con una fragancia y te sientes cómodo con ella, acabas convirtiéndola en tu firma personal”.
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Por eso, son escasas las esencias capaces de sobrevivir a su propia época. Hay que tener en cuenta que cada año se lanzan alrededor de 2000 nuevas fragancias en todo el mundo (casi 200 solo en España) y que son muy pocas las que triunfan y consiguen mantenerse a la venta. El resto se discontinúan, es decir, se dejan de producir. Entonces, ¿cuál es el secreto para que los perfumes clásicos tengan un recorrido largo y atrapen por igual a padres y a hijos? Daniel arroja algo de luz: “primero, porque en su momento fueron rompedores y/o visionarios y, segundo, porque en lo relativo a la perfumería hay un componente emocional muy importante”. Y es que, cuando la gente joven huele una creación que tiene 20 o 30 años y que es la que usaba su padre o su abuelo, una sensación agradable, reconfortante y con un puntito de nostalgia despierta en su interior.
Como nos cuenta Daniel, “en los 80 se llevaban las esencias voluminosas, densas, opulentas y potentes, muy orientales y con mucho cuero. Pero luego llegaron los 90, que, olfativamente hablando, fueron justo lo contrario: primaba un minimalismo que incorporaba ese olor a limpio de camiseta blanca y lavandería típico de la escuela americana. Hoy, estamos en una tendencia olfativa más golosa y las fragancias de los 80 y 90 se recuperan bien por su faceta más limpia o bien por la más ostentosa”.
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El perfume es como la música: un lenguaje invisible que la inmensa mayoría entiende, pero que muy pocos hablan. De ahí que tanto las composiciones olfativas como las musicales se elaboren a partir de notas y acordes. Te traemos cuatro perfumes clásicos que, año tras año, se mantienen en los puestos de honor de los más vendidos, y que gustan por igual a rockeros old school y a reguetoneros de nuevo cuño.
EAU DE TOILETTE FAHRENHEIT, DE DIOR
Firmado por Jean-Louis Sieuzac y Michel Almairac, este intenso fougère aromático, que combina el frescor de la mandarina de Sicilia con un poderoso acorde de violeta y notas de madera y cuero, se conserva tan moderno como cuando se lanzó al mercado en 1988. Más que un perfume, es una declaración de intenciones por la que no pasan los años.
EAU DE TOILETTE CK ONE, DE CALVIN KLEIN
En 1994, los perfumistas Alberto Morillas y Harry Fremont pusieron punto final a la voluptuosidad olfativa de los 80 con esta creación minimalista que fue una las primeras fragancias unisex que obtuvo un auténtico éxito comercial. Uno de sus múltiples aciertos fue el uso del dihidromircenol, una molécula que, como afirma Daniel Figuero en Contraperfume, “huele a pasillo de droguería y a camisa recién doblada”. Otra curiosidad: además de en los canales habituales, también se vendía en tiendas de discos.
EAU DE TOILETTE L’EAU D’ISSEY POUR HOMME, DE ISSEY MIYAKE
También de 1994 es este jugo creado por Jacques Cavallier y que es uno de los mejores exponentes de las llamadas fragancias acuáticas. Su secreto reside en el calone, una molécula sintética que proporciona a la composición una característica nota de brisa marina y aporta una frescura y una personalidad únicas.
EAU DE TOILETTE LE MALE, DE JEAN PAUL GAULTIER
El nariz Francis Kurkdjian creó en 1995 al marinero más irreverente del mundo de la perfumería. Desafió el minimalismo olfativo vigente con una fragancia poderosa que mezclaba notas de lavanda, canela, flor de azahar y vainilla. Le Male se adelantó a su tiempo y abrió las puertas o, mejor dicho, las escotillas, a las composiciones gourmand y a los aromas más dulzones que conquistaron la primera década del nuevo milenio.