“Por la sangre de Cristo” 2/7: Jesús te sana física y mentalmente

En este segundo día de Semana Santa (Lunes Santo), queremos contarte sobre el segundo y más conocido beneficio de la sangre de Cristo. Jesús te sana a nivel externo, pero también internamente. Este último es al que llamamos: las heridas del corazón.

Pero, muchas personas quieren saber sobre los beneficios que recibimos de Jesús en la actualidad y no solo conocer la historia. ¿Por qué seguir a Cristo por algo que pasó hace más de 2 mil años? En primer lugar, es necesario mencionar lo que todos conocen: ayer 24 y hoy 25 de marzo del 2024, representan al Domingo de Ramos y al Lunes Santo.

El Domingo de Ramos se conmemora el momento en el que Jesús entró a Jerusalén. Esta entrada de Jesús en Jerusalén está en la Biblia (Mateo 21:1-9). Ese fue el momento en el que se colocaron ramas de palma en su camino, antes de su arresto el Jueves Santo y su crucifixión el Viernes Santo. Marca así el comienzo de la Semana Santa, la última semana de la Cuaresma.

En el caso del Lunes Santo, es el segundo día en el que Jesucristo se manifestó ante el pueblo y la naturaleza de su poderío.

Por otro lado, este recorrido tiene momentos cruciales que es el motivo por el cual los cristianos en general celebran estas fechas. La razón, es que estas personas de Fe, saben que la sangre que derramó Cristo en esa época, aún tiene poder. Esto significa que todavía Jesús te sana y sigue haciendo milagros.

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Estos son los beneficios de Jesús en la actualidad

Como un breve repaso del artículo anterior, queremos que recuerdes que en 5 días (desde el Lunes, hasta el Viernes Santo) haremos un recorrido de los 7 momentos en los que Jesucristo derramó sangre.

Estos son los momentos en los que Jesús derramó sangre, pero los detalles y su beneficio, lo estaremos mostrando cada uno en un artículo diferente.

  1. La sangre que derramó del sudor de su frente en el Huerto de Getsemaní.
  2. La sangre que derramó de su cuerpo llagado, cuando lo latigaron.
  3. La sangre que derramó cuando colocaron la corona de espinas en su cabeza.
  4. La sangre que derramó en su rostro, cuando arrancaron su barba.
  5. La sangre que derramó de sus manos, cuando las clavaron en la cruz.
  6. La sangre que derramó de sus pies, cuando los clavaron en la cruz.
  7. La sangre que derramó del costado, cuando clavaron la lanza en su corazón.

Estos son los 7 momentos en los que Jesucristo derramó sangre mientras iba camino a su sacrificio en la cruz.

¿Por qué fue el sacrificio de Jesús en la cruz?

Muchas personas no comprenden este intercambio. Cada momento que vivió Jesús y cada sangre que derramó lo hizo como intercambio para hacer un milagro en nuestras vidas. Antes de Jesucristo, para llegar a Dios, era necesario sacrificar un animal puro y perfecto. De esta forma, los profetas del Antiguo Testamento, se comunicaban directamente con Dios.

Luego, el mismo Dios envió a su hijo, quien se hizo hombre para acercarnos a Dios, pero también para ser entregado como el único, puro y perfecto sacrificio que podría salvarnos a todos. No hay sacrificio que se haga que sea más grande que ese, de hecho, ya no es necesario hacer un sacrificio, pues Jesús ya pagó por nosotros.

Nuestro enfoque ahora es tener Fe de que esos beneficios se cumplirán en nuestras vidas. Además, ya no son pocas las personas que se pueden acercar a Dios, ahora tú y yo podemos hacerlo al manifestar con nuestros labios que confiamos en ese sacrificio de Jesús en la cruz.

Cada derramamiento simbolizó un momento que como seres humanos vivimos y en los que necesitamos un milagro. Antes de que naciéramos, Dios pensó en todo eso. Por eso, lo que pasó hace más de 2mil años, es tan importante, ya que esa sangre que Jesús derramó, no se derramó en vano, sino para salvarnos hoy y mañana.

¿Salvarnos de qué? Además de nuestro pecado, también nos libera de la traición, de enfermedades, de la derrota, de la falta de identidad, de la improductividad, de la falta de propósito y de un corazón endurecido. Hoy hablaremos del segundo derramamiento de la sangre de Cristo, el que nos sana de cualquier enfermedad.

Jesús te sana en la actualidad: Segundo derramamiento de su sangre

La Biblia relata todo lo que ocurrió y lo que se profetizó sobre la sangre de Cristo. La segunda ocasión aparece en el libro de Mateo (27:26). Esto pasó luego de que el pueblo pidiera que lo crucificaran, mientras liberaban al delincuente de Barrabás.

“Entonces Pilato puso en libertad a Barrabás, luego ordenó que golpearan a Jesús en la espalda con un látigo, y que después lo clavaran en una cruz”, Mateo 27:26.

En ese tiempo, la pena máxima eran 40 azotes menos uno: 39 en total. Cada detalle tiene un simbolismo en esta y en cualquier época, ya que no es casualidad. Esta fue la sanción que le impusieron a Cristo.

El látigo romano «flagrum», elemento que se usó para torturar a Jesucristo con 39 azotes/ Foto: Mundo Bíblico

El látigo que usaron los romanos, también llamado flagrum, era un instrumento de tortura que por cada látigo suavizaba la piel y luego la despedazaba, cada vez peor. Tenía el mango corto para que generara mayor fuerza en el flagelo. Además, eran varias correas de cuero que terminaban en pequeños pesos, con el que se producían terribles daños al reo, como lo que sufrió Jesucristo en sus 39 azotes.

Intercambio: Jesús enfermó completamente y te entregó su sanidad

Este fue el segundo intercambio, Jesús enfermó para darnos a nosotros la sanidad plena al tomar una gota de su sangre. La sangre no es una sangre física, sino que es una sangre que tomamos por fe, como dice en Romanos 3:25. “A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados”.

Jesús recibió cada azote por una rama de enfermedad diferente. Son 39 ramas de enfermedades matrices, las cuales son:

  1. Cerebrales.
  2. Neurológicas.
  3. Endócrinas.
  4. Hematológicas.
  5. Inmunológicas.
  6. Metabólicas.
  7. Oncológicas.
  8. Oftalmológicas.
  9. Ópticas.
  10. Odontológicas.
  11. Esofágicas.
  12. Cardiacas.
  13. Vasculares.
  14. Pulmonares.
  15. Gástricas.
  16. Intestinales.
  17. Pancreáticas.
  18. Hepáticas.
  19. Biliares.
  20. Renales.
  21. Vesicales.
  22. Uretrales.
  23. Uterinas.
  24. Ováricas.
  25. Prostáticas.
  26. Venéreas.
  27. Dermatológicas.
  28. Osteotendinosas.
  29. Musculoesqueléticas.
  30. De la Colágena.
  31. Psiquiátricas.
  32. Psicosomáticas.
  33. Psicosociales.
  34. Infecciosas.
  35. Autoinmunitarias.
  36. Genéticas.
  37. Reumáticas.
  38. Inflamatorias.
  39. Geriátricas.

Por eso Cristo recibió cada azote, porque Dios lo envió para salvarte de cada enfermedad. Jesús te sana. y no importa la enfermedad que estemos pasando, no hay nada difícil para Dios, si confiamos abiertamente, tomamos este derramamiento y oramos:

“Amado Dios, hoy vengo a ti confiando en que harás un milagro de sanidad en mí, yo sé que la sangre que derramaste cuando latigaron tu cuerpo me sana ahora y continuamente. Sin importar lo que el médico o la gente diga, sé que Tú estás conmigo. Por eso yo tomo de esa sangre que derramaste y recibo tu sanidad plena. Sé que, a pesar de esta enfermedad, Tú harás el milagro en mí. Dejo todas mis dudas y te entrego esta enfermedad, que no me pertenece, para que tu sangre la absorba, esto te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.”