El presidente ruso, Vladimir Putin, supervisó este miércoles una serie de maniobras militares de las fuerzas nucleares estratégicas de Rusia, en una demostración de poder que coincidió con el aplazamiento de su esperada reunión con el presidente estadounidense Donald Trump en Budapest.
Según informó el Kremlin, los ejercicios —planificados con antelación— incluyeron pruebas de misiles balísticos y de crucero lanzados desde tierra, aire y mar. Putin siguió las operaciones por videoconferencia desde el Kremlin, acompañado por la cúpula del Ministerio de Defensa.
Durante el simulacro, el Ejército ruso lanzó un misil balístico intercontinental Yars desde el cosmódromo de Plesetsk, situado cerca del círculo polar ártico, con impacto en un campo de entrenamiento en Kamchatka, en el extremo oriental del país.
Además, un submarino nuclear desplegado en el mar de Barents disparó un misil Sineva, con un alcance máximo estimado de 11.500 kilómetros, mientras que bombarderos estratégicos Tu-95MS ejecutaron lanzamientos de misiles de crucero.
“Todas las tareas asignadas se cumplieron con éxito”, aseguró el Kremlin en un comunicado oficial.
Respuesta a los ejercicios de la OTAN
Las maniobras rusas se producen apenas una semana después del inicio de los ejercicios nucleares anuales de la OTAN, que movilizan a unos 2.000 efectivos, 71 aeronaves y 14 países. Estas operaciones, de dos semanas de duración, se desarrollan desde bases situadas en Países Bajos, Bélgica, Reino Unido y Dinamarca, así como sobre el mar del Norte.
El portavoz presidencial Dmitri Peskov destacó que Moscú sigue de cerca las actividades de la Alianza Atlántica y adopta las medidas necesarias para mantener su capacidad disuasoria.
“Ejercicios de este tipo siempre atraen la especial atención de nuestros militares”, declaró Peskov. “Rusia responde de forma adecuada para garantizar su seguridad y su potencial estratégico”.
Tensión creciente entre Moscú y Occidente
El nuevo despliegue ruso se produce en un contexto de renovada tensión con Occidente, marcado por la suspensión de diversos canales de diálogo militar y el deterioro de los tratados de control de armas. El aplazamiento del encuentro entre Putin y Trump, previsto inicialmente para finales de octubre en Budapest, añade un matiz político a unas maniobras que, según analistas, buscan reafirmar la postura de Moscú como potencia nuclear en un escenario internacional cada vez más volátil.
