La noche del 30 de noviembre y la madrugada del 1 de diciembre, Medellín vivió nuevamente la alborada, tradición que llena el cielo de luces y el ambiente de estruendos. Aunque esta práctica celebra el inicio del mes más festivo del año, no estuvo exenta de incidentes. Quemados en la alborada en Antioquia por alborada.
El balance preliminar de las autoridades reporta cinco personas quemadas, entre ellas tres menores de edad. Según la Secretaría de Salud de Medellín, los afectados incluyen a dos adolescentes de 16 años y una niña de 14 años, quienes sufrieron quemaduras de segundo grado en el rostro y las extremidades debido al uso irresponsable de pólvora.
Las otras dos víctimas fueron mujeres de 22 y 25 años, quienes presentaron quemaduras de primer grado tras la explosión de un cohete. Afortunadamente, todas las personas lesionadas fueron atendidas y ninguna requirió hospitalización prolongada.
El oscuro origen de una tradición: Quemados en la alborada en Antioquia por alborada
La alborada antioqueña tiene sus raíces en los años 80 y 90, cuando los narcotraficantes celebraban sus “éxitos” con explosivos. En 2003, durante la desmovilización del Bloque Cacique Nutibara, esta práctica adquirió mayor notoriedad al ser institucionalizada por órdenes de alias “Don Berna”.
Hoy, pese a los esfuerzos por resignificar esta tradición, sus consecuencias negativas persisten. Cada año, la alborada cobra víctimas humanas, afectando principalmente a menores de edad y dejando un impacto ambiental y auditivo significativo en la región.
Controles insuficientes: el reto de erradicar el uso de pólvora
La Alcaldía de Medellín y la Gobernación de Antioquia desplegaron este año a 1.200 policías y confiscaron más de 1.600 artefactos pirotécnicos en operativos preventivos. Además, se intensificaron campañas de concienciación en colegios y barrios.
Sin embargo, el aumento en el número de quemados demuestra que las medidas no han sido suficientes. Este año hubo cinco lesionados, un caso más que en 2023, lo que genera preocupación entre las autoridades y la comunidad.
Rita Almanza Payares, líder de Epidemiología de la Secretaría de Salud, hizo un llamado urgente: “Es necesario que las familias comprendan que la pólvora no es un juego. La protección de los menores debe ser una prioridad”.
El reto de transformar una tradición peligrosa
Aunque la alborada simboliza unión y festividad para muchas familias, su asociación con accidentes graves y su origen en actividades criminales invitan a reflexionar. La erradicación del uso de pólvora no solo es una cuestión de seguridad, sino también un paso hacia el fortalecimiento de prácticas más seguras y respetuosas con la vida y el medio ambiente.