Rodolfo Hernández o el ‘Trump colombiano’ que estuvo a punto de ser presidente de Colombia

Hernández obtuvo el 47,27%, con 10.514.390 votos escrutados, frente al nuevo presidente de Colombia, Gustavo Petro, que ganó con 11.226.150 votos, equivalentes al 50,47% de los votos escrutados.

 

Rodolfo Hernández se convirtió en un torbellino en las redes sociales no solo por la bofetada que le dio al concejal John Claro, cuando era alcalde de Bucaramanga en ese momento, en 2018, sino porque se ha ganado la fama de ser el «Trump colombiano», que ha revolucionado todos los escenarios, al ser elegido para la segunda vuelta en las elecciones presidenciales de 2022.

 

Desde entonces fue la gran sorpresa…la incógnita de la carrera presidencial. Muchos de los colombianos se hacen la pregunta, ¿Este hombre, con su actitud apoderada pero reflexiva a la vez, será capaz de mantener el fenómeno «rodolfista» que enamoró a miles de ciudadanos y que se ha extendido por todo el país al llegar a la presidencia?

 

El «Trump colombiano«, como lo llaman algunos, dio un vuelco a todos los escenarios previstos durante meses e inauguró un nuevo campo de juego en estas elecciones presidencial con quien se disputó la presidencia de Colombia, Gustavo Petro.

 

Sin duda, el ingeniero sacudió el tablero político el pasado 29 de mayo cuando los votantes lo eligieron por encima del hasta entonces favorito para quedar en segundo lugar, el derechista Federico «Fico» Gutiérrez. Desde entonces, el fenómeno Rodolfo Hernández fue creciendo bajo su batuta.

 

Hernández es el actual jefe del movimiento Liga de Gobernantes Anticorrupción, creado por él. No se define políticamente, aunque sus propuestas tienden al populismo, y lidera un movimiento que lo sitúa con altas probabilidades de ganar en las urnas, aunque las encuestas anticipan un resultado ajustado.

 

Desde el inicio de la carrera electoral, este candidato de 77 años protagonizó una campaña atípica en la que las redes sociales han sido el medio favorito para transmitir su mensaje, en el que la lucha contra la corrupción ocupa un lugar destacado.

 

En la recta final de las elecciones, no se ha desvió de su táctica; de hecho, incluso la ha intensificó: no participó en debates con su oponente, limitó sus apariciones públicas y protagonizó encendidas polémicas.

 

Los inicios del ingeniero 

 

El exitoso empresario, alejado de la política tradicional y de lo que él llama «las castas» del poder, nació en 1945 en Piedecuesta, un pueblo del departamento de Santander, y comenzó su carrera en Bucaramanga, la capital regional, donde se hizo millonario en el negocio de la construcción de viviendas sociales.

 

Criado en una familia obrera, está casado con Socorro Oliveros y ha tenido cuatro hijos: Juliana -desaparecida tras ser secuestrada por la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en 2004-, Luis Carlos, Mauricio y Rodolfo José.

 

En su carrera política ha hecho de su título de «ingeniero» un elemento inseparable de su nombre, con la intención de dar la idea de que, siendo rico, no necesita «robar del erario público».

 

Lengua afilada 

 

Pero sin duda, lo que más ha marcado su presencia en el panorama político ha sido su carácter, con tendencia a ser pintoresco y chabacano, y sin miedo a la confrontación.

 

Hernández es un «candidato atractivo«, porque tiene ideas novedosas, si se quiere, poco ortodoxas, y «las transmite sin filtros, algo que puede conectar con los votantes», explica a Efe el analista político Felipe Botero, quien añade que eso no significa que las propuestas sean «plausibles».

 

El ingeniero llegó a la carrera presidencial con algunos episodios polémicos a sus espaldas, como una entrevista en la que aseguró que admiraba a Adolf Hitler o cuando, siendo alcalde de Bucaramanga, golpeó a un concejal opositor.

 

Su actual campaña, como la que le llevó a la alcaldía de Bucaramanga, se ha basado en un discurso muy crítico con la corrupción, muy extendida en Colombia, y contra los políticos tradicionales, a los que acusa de todos los males del país.

 

A pesar de este sofisma que ha convertido en bandera, Hernández está implicado en un caso de corrupción que se remonta a su época de alcalde (2016-2019) por presuntas irregularidades en un contrato de consultoría para la gestión de las basuras en Bucaramanga del que no se sabrá si es responsable hasta que se celebre el juicio, previsto para después de las elecciones.

 

Mientras que en la primera etapa de la carrera electoral la corrupción fue el eje de su discurso, en esta segunda etapa ha tratado de explicar un poco más su programa de gobierno, y recalcar que no cambiará su discurso para ganar apoyos y que no es el candidato del uribismo, en referencia a la corriente política fundada por el ahora expresidente Álvaro Uribe (2002-2010).

 

El papel que jugarán las mujeres y la supuesta implementación de una jornada laboral de diez horas generaron polémica en torno a sus propuestas, hasta que, en medio de una visita a Estados Unidos, decidió suspender todos los actos de campaña previstos en Colombia -que no fueron muchos- alegando que existe un plan para asesinarlo.

 

Quién vota por Rodolfo 

 

El núcleo del éxito de Rodolfo Hernández está en las regiones, especialmente en los «santanderes», que abarcan su natal Santander y el vecino departamento de Norte de Santander. A diferencia del resto de los candidatos, no ha hecho campaña en mítines en plazas públicas, sino que ha preferido celebrar pequeñas reuniones con sus partidarios.

 

Su personalidad «explosiva y rebelde», además de algo «autoritaria e intolerante«, es lo que «le gusta a la gente», dice el analista Felipe Botero.

 

Pero el candidato se ha mostrado «un poco ingenuo sobre el funcionamiento de las instituciones democráticas y eso puede jugar en su contra», porque «cree que el presidente tiene una capacidad» para tomar decisiones que en realidad no tiene.

 

Y de hecho, si llega a la presidencia, Rodolfo Hernández carecerá de un partido que le apoye en el Congreso, lo que podría crear dificultades para gobernar.