Un estado de salud mental vulnerable acelera el envejecimiento más que fumar, concretamente añade 1,65 años a la edad biológica. Es la conclusión a la que se ha llegado tras realizarse un estudio con 11.914 participantes. En el experimento se comprobó que las personas que habían sufrido un derrame cerebral, alguna enfermedad hepática o pulmonar o que fumaban presentaban un mayor envejecimiento. También aquellas que se sentían desesperadas, solas e infelices. De hecho, esta última condición pesaba más sobre la edad biológica que el propio hecho de fumar.
Con el paso del tiempo vamos acumulando en nuestro organismo daños moleculares que se relacionan con el envejecimiento y las enfermedades graves. En algunas personas estos procesos moleculares son más intensos que en otras. Es lo que se conoce como envejecimiento acelerado.

Normalmente, cuando pensamos en tratar de frenar el envejecimiento, pensamos en mejorar nuestra salud física. Ahora, este artículo publicado en Aging-US, recomienda prestar atención también a la salud mental.
Lo que vieron los investigadores fue que las personas que habían sufrido un derrame cerebral, una enfermedad hepática o pulmonar o fumaban experimentaban un proceso de envejecimiento más acelerado. Pero no solo ellas, sino también aquellas que presentaban un estado mental vulnerable, que se sentían infelices, solas o desesperadas. Curiosamente esto último aceleraba más la edad biológica que el hábito de fumar. Otros factores que se relacionaron con un envejecimiento más rápido fueron la soltería y vivir en zona rural (por la escasa disponibilidad de servicios médicos).
A tenor de los resultados, los investigadores concluyen que el aspecto psicológico del envejecimiento debería tenerse en cuenta tanto en las propias investigaciones como en los tratamientos que se apliquen. «Los estados mentales y psicosociales son algunos de los predictores más sólidos de los resultados de salud y de la calidad de vida, sin embargo, se han omitido en gran medida en la atención sanitaria moderna», dijo Manuel Faria, de la Universidad de Stanford.
Edad biológica y edad cronológica
La edad biológica y la edad cronológica no son lo mismo. La cronológica es la que marca el calendario, es decir, los años que tenemos desde que nacemos. La edad biológica, sin embargo, hace referencia a la salud de nuestro organismo y puede variar de la cronológica. De hecho, varía de unas personas a otras porque nuestro envejecimiento no es el mismo.
La edad biológica depende en mayor o menor medida de la herencia genética. Sin embargo, no todo está fuera de nuestro alcance pues factores externos como el estilo de vida, la alimentación y la calidad del sueño influyen decisivamente en el desarrollo de nuestras células y, consecuentemente, en la rapidez con la que se desarrolla el envejecimiento.
El nuevo estudio añade ahora el estado mental a la lista de sucesos que pueden jugar a favor o en contra de nuestra edad biológica.