¿CONSULTAS SÍ, PERO SEGURIDAD NO?

Colombia vive días de incertidumbre. En las calles se respira miedo, en los hogares hay preocupación, y en los noticieros, imágenes de combates, bloqueos viales y uniformados caídos que parecen repetirse sin solución ni horizonte claro. Mientras el Gobierno Nacional impulsa con fuerza una consulta popular enfocada en reformas laborales —un tema importante para modernizar el mercado y proteger derechos, muchas voces ciudadanas se preguntan si estos esfuerzos no están opacando otros asuntos iguales o más urgentes: la crisis de seguridad y orden público que azota al país. Porque mientras se habla de empleo, de manera permanente en regiones como Cauca, Norte de Santander, Nariño, Antioquia o el sur del Valle, comunidades enteras ven cómo el control territorial de grupos ilegales reconfigura su cotidianidad. Las instituciones llegan tarde o no llegan. Los servicios básicos se interrumpen. El campesino teme sembrar. Los niños faltan a la escuela. Y el ciudadano común, lejos de sentirse protegido, espera alguna noticia trágica desde su barrio o vereda. La presencia del Estado, muchas veces, solo se recuerda cuando llegan los ataúdes de policías y soldados que dan la vida por cumplir su deber. Esos héroes silenciosos merecen más que un minuto de aplauso: merecen una política de seguridad clara, sostenible y efectiva. No basta con honores fúnebres o discursos solemnes; urge inversión real, formación constante, equipamiento adecuado y estrategias coordinadas entre todos los niveles del gobierno. El mensaje del presidente de la República debe ser contundente: no puede haber desarrollo económico ni justicia social sin paz y estabilidad. La agenda laboral es urgente, sí, pero no puede ir por delante de la tranquilidad de millones de colombianos que viven bajo la sombra de la violencia. La consulta popular es un mecanismo valioso para fortalecer la democracia, siempre que no se convierta en un escape cómodo ante problemas complejos. Por eso, sería coherente que, junto con la reforma laboral, se abra también un debate ciudadano sobre seguridad comunitaria, participación local y nuevas formas de combatir la violencia estructural. Hoy más que nunca, el pueblo espera decisiones firmes. Que la consulta no nos distraiga de lo que realmente duele: la pérdida de vidas, el miedo constante y la sensación de abandono institucional que cada vez se acrecienta más; valga también el mensaje para todos los sectores que quieren polarizar el país, porque somos muchos mas que ellos. Colombia merece que sus dirigentes actúen acorde a la constitución y las leyes y prevalezca el respeto por las instituciones en beneficio de todos.