Thierry Mugler se reinventa con ‘Angel Elixir’: Un perfume legendario

En un lluvioso mes de noviembre del pasado otoño, el Brooklyn Museum inauguró Thierry Mugler: Couturissime, la primera retrospectiva que celebra el idiosincrático mundo del fallecido diseñador francés. Marc Jacobs posó con Laverne Cox, musas de Mugler como Stella Ellis y Connie Fleming desfilaron por los pasillos de la muestra, y Casey Cadwallader –actual director creativo de la casa– escoltó a Kylie Jenner, ataviada con un diseño de la colección de alta costura de otoño 1995 de la firma. Un familiar aroma sobrevolaba la multitud, más fuerte a medida que se alcanzaba el centro de la exposición, donde los logros olfativos del diseñador, especialmente su gran éxito de 1992, Angel, estaban expuestos.

Haber vivido en los 90 es identificar el reconocible rastro de Angel, que no se parecía en absoluto a los olores acuáticos o florales afrutados de la década. “Angel rompió todas las normas”, dice Cadwallader sobre la combinación de praliné sintetizado, algodón de azúcar y frutos rojos que dio pie a toda una nueva categoría. Considerado el primer perfume gourmand, la colaboración con el perfumista Olivier Cresp también venía cargada de pachuli haciéndolo sensual y empalagoso. Este mes, la casa Mugler estrena Angel Elixir, una versión moderna del original que pretende ampliar su atractivo mientras permanece fiel a la esencia hiperperformática de los personajes de la noche queer y la feminidad fetichizada.

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Elixir no abandona por completo al Angel original, insiste Hunter Schafer, rostro de la nueva fragancia. “Pienso en ellas como hermanas”, desarrolla la estrella de 24 años de la serie Euphoria“Hunter encaja en muchas casillas a muchos niveles”, explica Cadwallader sobre el registro de Schafer, lo cual la convierte en el perfecto puente de unión entre las “diosas de otro mundo” que inspiraron Angel, como las modelos Jerry Hall y Amy Wesson, y el nuevo enfoque de autenticidad de esta generación. “Me cambia la actitud”, comenta Schafer del efecto de Elixir, comparando su infusión de sándalo y extracto natural de jazmín –ambos marcadamente ausentes en la original– con calzarse unos zapatos de tacón o estrenar manicura.

El instinto de Mugler parece tener tanto peso hoy en día como hace 30 años. “Para nosotros, la belleza no es algo que la moda decide y nosotros regurgitamos”, apostilla Cadwallader sobre el legado de la casa, que se extiende hasta su característico aroma. “Es algo que buscamos, y en cuanto te rocías Elixir, te conviertes en Mugler”.

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