Hoy, en este espacio donde la imaginación se hace oficio, asistimos al nacimiento de las obras que muy pronto crecerán ante nuestros ojos: prototipos que dejarán de ser miniaturas para convertirse en carrozas inmensas, vibrantes y llenas de vida. Cada maqueta es apenas el primer susurro de una historia que, en manos de estos maestros, se volverá rugido, color y movimiento en las calles.

Aquí conviven generaciones. Jóvenes que llegan con nuevos lenguajes visuales y la valentía de experimentar, al lado de maestros de larga trayectoria que han forjado tradición con paciencia, sabiduría y un amor inquebrantable por el arte popular. Todos, sin excepción, han puesto en estas piezas su energía más pura: noches de diseño, madrugadas de pintura, discusiones creativas, alegrías compartidas y ese brillo en los ojos que solo aparece cuando se sabe que algo grande está por nacer.

Mágica herencia: un viaje que no se olvida

La carroza invita vivir un viaje luminoso a través del tiempo, celebrando la tradición del Carnaval de Blancos y Negros de Pasto. Con colores vibrantes y diseños actuales, la obra rinde homenaje a personajes que marcaron la historia carnavalera y que, con su talento, transformaron la fiesta en un legado para el mundo.

Cada figura recuerda momentos que dieron vida a esta celebración: comparsas antiguas, juegos de espuma, máscaras gigantes y escenas que los mayores aún narran con emoción. La carroza muestra cómo el carnaval ha cambiado con nuevas técnicas y tecnologías, sin perder la esencia que lo hizo Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Mágica Herencia busca inspirar a las nuevas generaciones a valorar, cuidar y continuar este tesoro colectivo. Es un orgullo que recuerda que la tradición no se guarda en museos: se vive, se crea y se comparte en las calles, año tras año.

Sobreviviendo: un sueño que no se apaga

Es una carroza que cuenta la historia de muchos niños que viven en lugares donde hay guerra. En la obra vemos a un niño que corre porque una gran sombra de violencia quiere alcanzarlo, y a otro que se eleva en un pequeño cohete de papel. Ese cohete, frágil pero lleno de luz, muestra que la imaginación puede volar incluso en los momentos más difíciles.

La carroza nos recuerda que, aunque haya miedo, los niños siguen soñando. Donde antes hubo bombas, ellos imaginan estrellas; donde hubo tristeza, inventan juegos. Un niño que sueña puede cambiar el mundo.

En este viaje también vemos figuras que enseñan esperanza y personajes que nos invitan a creer en la paz. Sobreviviendo es un mensaje para todos: mientras exista un niño que imagine un futuro mejor, ningún ruido de guerra podrá apagar la fuerza de la vida.

Un viaje que vive para siempre
Mención Especial

Hace muchos años, en 1960, Servio Tulio Carvajal comenzó un viaje mágico construyendo una pequeña comparsa. Lo que empezó como un sueño tímido se convirtió en una tradición que iluminó durante décadas el Carnaval de Pasto. Desde aquel diablito travieso que “hasta come cuy”, hasta historias como Blanca Nieves, Pilcuan o el gran Galeón San José, cada obra fue una aventura hecha de imaginación, paciencia y amor por la tierra.

Servio no solo creó carrozas: creó recuerdos. Sus personajes hablaban de nuestra historia, de las montañas, de los animales del mar y de los secretos de los abuelos. Cada año regalaba un pedacito de alegría a niños y grandes.

Hoy él se despide, pero no se va. Porque cuando un artista pone el corazón en sus manos, su obra se queda para siempre. Su viaje continúa en cada niño que sueña y en cada calle que guarda su luz.