En una temporada en la que el Real Madrid disputará más trofeos que nunca, siete en total, el equipo blanco se adjudicó el primero. Aunque no es el más relevante, hay que empezar por alguno, y esta Supercopa sirvió como impulso para entrar en la Liga. Fue, como en la final de la Champions, con un comienzo incierto y un final brillante.
LEA MÁS: Medellín en busca del sueño suramericano
Real Madrid, imparable
Mbappé llega a un equipo pluricampeón y, gracias al éxito previo, ya no tiene el aura de futbolista que lo cambiará todo. Sin embargo, ha modificado algunos roles en el equipo, con Rodrygo obligado a situarse más a la derecha, Bellingham retrocediendo de diez a ocho y Mbappé desempeñando el papel de delantero para no interferir con la banda de Vinicius.
Valverde y Tchouameni mantuvieron sus posiciones, el primero como volante y el segundo como pivote. Ancelotti ha ideado una especie de pacto para encajar a los mejores sin descompensar el equipo. Esto es tanto de sembrar como de cosechar.
El Madrid llevó el partido a su terreno: el campo abierto, el desorden, la velocidad y el desenfreno. El Atalanta se desenvuelve peor en este contexto y Vinicius lo manejó a la perfección, desbordando, dejando atrás a Djimsiti y asistiendo a Valverde para el gol que definió el encuentro.
