La práctica del yoga se remonta a más de 2.000 años en la antigua India.

Y aunque hoy en día, existen muchos tipos diferentes de yoga, desde el yin yoga meditativo hasta el vinyasa fluido, a través del uso del movimiento, la meditación y los ejercicios de respiración, todas las formas se centran en una conexión mente-cuerpo.

Cada vez hay más pruebas de que el yoga no sólo tiene beneficios físicos, sino que también puede ser bueno para la mente.

Algunos investigadores incluso esperan que pueda ser una forma prometedora de ayudar a las personas con trastorno de estrés postraumático (TEPT) a lidiar con sus síntomas.

Sin duda, la investigación sobre los beneficios físicos del yoga es extensa. Lo primero que debe saber cualquier persona que no haya probado el yoga es que puede ser sorprendentemente extenuante.

Mejora la fuerza, la flexibilidad y la aptitud cardiorrespiratoria. Los estudios han demostrado que el yoga puede mejorar la resistencia y la agilidad.

También puede prevenir lesiones (aunque puede ser una causa de lesiones si no se realiza correctamente) y ayudar a mejorar el rendimiento en otros deportes, con defensores que incluyen futbolistas de clase mundial y jugadores de baloncesto.

Una creciente investigación demuestra que el yoga puede ser beneficioso para una amplia gama de problemas de salud.

En los pacientes con epilepsia, por ejemplo, se ha visto que su práctica reduce significativamente el número de convulsiones o, incluso, las previene por completo.

El yoga se ha utilizado como una herramienta para ayudar a controlar la diabetes tipo 2, reducir el dolor crónico y ayudar en la rehabilitación de accidentes cerebrovasculares.

También se ha demostrado que es más eficaz que la fisioterapia para mejorar la calidad de vida de las personas con esclerosis múltiple y un ensayo incluso sugiere que podría ser beneficioso para los supervivientes de cáncer.

Efectos sobre el cerebro

El yoga también puede ayudar a vivir una vida sana durante más tiempo, asegura Claudia Metzler-Baddeley, neurocientífica cognitiva del Centro de Investigación de Imágenes del Cerebro de la Universidad de Cardiff (Cubric) en Reino Unido.

Pero también se ha descubierto que el yoga cambia la composición del cerebro. Los estudios muestran que su práctica tiene un impacto positivo tanto en la estructura como en la función de partes del cerebro, como el hipocampo, la amígdala, la corteza prefrontal, la corteza cingulada y las redes cerebrales, incluida la red neuronal por defecto, parte del cerebro involucrada en la introspección y el pensamiento autodirigido.

Algunos investigadores aseguran que esto podría significar que tiene potencial para mitigar los deterioros neurodegenerativos y relacionados con la edad.

La investigación de Metzler-Baddeley se centra en los mecanismos cognitivos y neuronales del envejecimiento y la neurodegeneración.

«Creemos que la inflamación acelera el envejecimiento, que puede ser causado por el estrés crónico», afirma.

«Las hormonas del estrés, como el cortisol, provocan inflamación, que puede provocar un aumento de la presión arterial. Estos son, por supuesto, factores de riesgo para un envejecimiento no saludable», agrega.