Fernando Ibarra Covaleda era de esos vecinos que todos saludan en la esquina. Durante años vivió en el barrio Las Granjas de Neiva, donde se ganó el cariño de grandes y chicos por su carácter amable, su disposición para ayudar y ese don de gente que no se enseña, se lleva en la sangre.
Sin embargo, el destino tenía otros planes. En Bogotá, específicamente en el barrio Italia, encontró la muerte de la forma más dolorosa pero también más valiente: tratando de evitar que una vecina fuera víctima de un robo.
El crimen que apagó su vida
Según relatos preliminares, Fernando fue testigo de un asalto en plena calle. Al ver que una mujer del sector era intimidada por delincuentes, no dudó en intervenir. Pero su gesto de coraje le costó caro. Los criminales lo atacaron sin piedad, acabando con su vida en cuestión de segundos. Murió como vivió: cuidando a los demás.
El adiós en su tierra natal
Tras el doloroso hecho, su cuerpo fue trasladado desde la capital del país hasta Neiva. Hoy es velado en la funeraria Los Olivos, donde familiares, amigos y conocidos le rinden homenaje con lágrimas, flores y recuerdos imborrables.
Un último descanso en paz
Este miércoles, Fernando será sepultado en el Cementerio Jardines Paraíso. Su historia no solo deja un vacío en quienes lo conocieron, sino que también exalta el valor civil de quienes, aún sin uniforme, deciden hacerle frente al crimen.
Fernando Ibarra no solo fue una víctima: fue un héroe cotidiano, uno de esos que la ciudad nunca debería olvidar.Foto: Teniente Coronel Álvaro Iván Gutiérrez Pitta, Comandante Batallón Tenerife.

