Mientras en varios municipios huilenses aún descifran cómo materializar sus Planes de Desarrollo, en Garzón el alcalde Francisco Calderón Feriz se ha convertido en protagonista de una polémica regional. Su ambiciosa apuesta por transformar el Parque Simón Bolívar y construir el atrio más grande del Huila ha desatado fervores y cuestionamientos por igual.
La obra, que supera los $4.600 millones, contempla más de 900 metros cuadrados de espacio abierto frente a la icónica Catedral San Miguel Arcángel. Más que un lugar de oración, el atrio está proyectado como punto clave para revitalizar el turismo religioso, dinamizar la economía local y fortalecer la identidad cultural de Garzón. Para Calderón, el proyecto es una pieza esencial de su plan “Garzón Huila Bonito, Paraíso Religioso”, con el que busca posicionar al municipio como referente espiritual y turístico en el país.
Apoyo político
En medio del debate, el alcalde ha logrado algo que muchos mandatarios envidiarían: estructurar diseños, gestionar regalías y asegurar financiación, incluso a través de crédito responsable. Además, cuenta con el apoyo del gobernador Rodrigo Villalba Mosquera, quien ha respaldado públicamente la iniciativa, calificándola como estratégica para el desarrollo económico y social del centro del departamento.
“Este no es un simple parque, es el corazón de un proyecto que atraerá visitantes, generará empleo y dará identidad a Garzón. Estamos convencidos de que la fe puede ser motor de progreso,” señaló Calderón durante una reciente rueda de prensa.
Críticas
Sin embargo, la polémica no ha tardado en encenderse. Sectores ciudadanos, algunos líderes sociales y concejales han cuestionado la magnitud de la inversión en infraestructura religiosa mientras persisten necesidades apremiantes en materia de agua potable, seguridad, vías terciarias y programas sociales.
“Entendemos el valor cultural y turístico del atrio, pero hay gente que aún carece de servicios básicos. Es momento de priorizar,” expresó un concejal que prefirió reservar su nombre.
Calderón, firme en su postura, sostiene que es posible avanzar en lo social y, al mismo tiempo, proyectar obras de alto impacto económico. “No vamos a elegir entre obras o gente. Vamos a hacer ambas cosas, con planeación y recursos bien invertidos,” respondió el mandatario.
Sea a favor o en contra, lo cierto es que el atrio monumental ha puesto a Garzón en el radar político y mediático del Huila. Lo que algunos ven como símbolo de progreso, otros lo interpretan como una apuesta que debe ser cuidadosamente vigilada para no desviar recursos de necesidades prioritarias.
Mientras tanto, Francisco Calderón Feriz continúa decidido a dejar su sello de grandeza urbanística y a convertir a Garzón en epicentro del turismo religioso. La polémica está servida y, como suele ocurrir en política, el tiempo dirá si esta monumental visión será orgullo o motivo de controversia.

