Que promesas no queden en fotosQue promesas no queden en fotos

Después de tantos años esperando que el camino se repare, en Cerro Neiva la expectativa se respira en el ambiente. Los habitantes de las veredas San Bartolo y Chapuro, junto a quienes viven rumbo a las antenas, ven por fin acercarse la maquinaria amarilla. No lo ven como un regalo, sino como una deuda histórica que, durante décadas, se ha diluido entre promesas electorales y silencios oficiales.

Por estos corredores transitan estudiantes que deben madrugar para llegar a clases, campesinos que cargan café, plátano o yuca para vender en la ciudad, y turistas que buscan un respiro en medio de la naturaleza. Cada hueco, cada piedra suelta y cada tramo erosionado ha significado pérdidas: productos dañados, enfermos que no llegan a tiempo, visitantes que se devuelven al ver el estado del camino.

Turismo frenado

Aunque Cerro Neiva tiene paisajes que podrían competir con destinos turísticos reconocidos, el mal estado de la vía ha frenado su desarrollo. Senderistas, ciclistas y avistadores de aves lo han convertido en un punto de encuentro, pero el acceso es tan precario que muchos lo piensan dos veces antes de regresar.

“Aquí tenemos lo que muchos buscan: tranquilidad, aire limpio y paisajes hermosos. Pero ¿de qué sirve si para llegar hay que rezar para que no se dañe el carro o se caiga uno en la moto?”, comenta Luis Alberto Gutiérrez, campesino que vende frutas a los visitantes.

La comunidad reconoce que el mantenimiento es necesario, pero teme que, como en ocasiones anteriores, se limite a un arreglo superficial. “Si solo le pasan la máquina encima, con las primeras lluvias volvemos a lo mismo. Queremos que lo hagan bien, con cunetas y buen material”, insiste Gutiérrez.

Voces que insisten

Años de abandono han dejado huellas profundas en la vida de los habitantes de San Bartolo y Chapuro. Cada invierno, las lluvias transformaban la vía en un río de lodo y los derrumbes bloqueaban el paso, obligando a los propios vecinos a convertirse en obreros improvisados para abrir camino.

Martha Cecilia Murcia, quien ha visto esta situación repetirse año tras año, celebra el anuncio del mantenimiento, pero lo recibe con cautela. “Estamos contentos, pero necesitamos que esto no se quede en la foto del momento”, advierte.

En Chapuro, Rosa Elvira Cardozo guarda en la memoria un episodio doloroso: el año pasado un niño del caserío enfermó y la ambulancia no pudo llegar. “Tocó bajarlo en hamaca hasta un carro, y perdimos horas. Eso no puede volver a pasar”, reclamó.

Más que promesas

En el campo, una vía es mucho más que un camino: es la diferencia entre vender una cosecha a buen precio o perderla, entre llegar a tiempo a un hospital o quedarse esperando. Cerro Neiva ha aprendido que los anuncios no siempre se traducen en soluciones reales, por eso ahora esperan que esta vez la historia sea distinta… y que no tengan que volver a esperar otros diez años para transitar dignamente.