A casi 150 millones de kilómetros de la Tierra, el Sol nos da luz, calor y energía. Pero también representa un riesgo latente. Sus explosiones —llamaradas solares y eyecciones de masa coronal— pueden desencadenar tormentas solares capaces de interrumpir comunicaciones, dañar satélites, afectar redes eléctricas y poner en peligro a astronautas expuestos a altos niveles de radiación.

Predecir estos fenómenos ha sido, durante décadas, uno de los mayores desafíos para la heliofísica. Aunque los científicos pueden identificar condiciones que favorecen las erupciones, anticipar el momento exacto y su intensidad sigue siendo extremadamente complejo.

Surya: inteligencia artificial al servicio del espacio

En respuesta a este reto, NASA e IBM han desarrollado Surya, un modelo de inteligencia artificial de código abierto diseñado para analizar datos solares y predecir tormentas espaciales. Su nombre, que significa “Sol” en sánscrito, refleja su propósito: entender mejor la actividad solar y mitigar sus efectos sobre la Tierra.

Surya se diferencia de otros sistemas por su capacidad de aprender directamente de datos sin procesar, sin necesidad de etiquetado manual. Esto le permite adaptarse rápidamente a nuevas tareas, como el seguimiento de regiones activas, la predicción de la velocidad del viento solar o la integración de datos de otras misiones, como la sonda Parker o observatorios europeos.

Un modelo abierto para la comunidad científica

El código de Surya ya está disponible en plataformas como HuggingFace y GitHub, lo que permite a investigadores y desarrolladores explorar sus capacidades, probar soluciones y aprovechar los datos del Observatorio de Dinámica Solar.

Este avance no solo mejora la vigilancia del clima espacial, sino que también sienta las bases para futuras aplicaciones de IA en otros campos científicos.

Anticiparse para proteger

Una supertormenta solar podría causar pérdidas de billones de dólares a nivel global. Por eso, herramientas como Surya son clave para anticipar riesgos y proteger nuestras infraestructuras tecnológicas. En un mundo cada vez más conectado, entender al Sol ya no es solo una cuestión científica: es una necesidad estratégica.