Con tono vehemente, el ministro Guillermo Alfonso Jaramillo puso sobre la mesa una cifra contundente, medio billón de pesos. Según sus palabras, ese dinero no está garantizando la sostenibilidad de los hospitales públicos, sino engordando las cuentas de las EPS, entidades que a su juicio llevan años dilatando pagos y trasladando la carga financiera a alcaldías y gobernaciones. “Si vamos a utilizar recursos, paguémosles a los hospitales públicos, que son los que siempre han tenido que afrontar los problemas”, señaló ante un auditorio expectante.
El ministro cuestionó con dureza la propuesta de crear un Consejo Nacional de Salud con facultades para definir tarifas, regular la UPC e incluso limitar las funciones constitucionales del propio Ministerio. Para Jaramillo, este diseño no solo “empodera más a los privados” sino que atenta contra la autonomía del Estado en la conducción de la política sanitaria. Con ironía, lanzó: “¿Cómo es posible que terminemos pidiendo permiso a Harvard o a Trump para validar nuestras decisiones?”.
La chequera
Uno de los dardos más críticos apuntó al salvavidas que, según el ministro, blindaría a EPS en crisis. El mecanismo permitiría trasladar sus deudas al Estado, obligando al Ministerio de Hacienda a responder en menos de 30 días. “Una chequera ilimitada a las EPS”, denunció, advirtiendo que esto abriría la puerta a nuevos abusos y posibles desvíos de recursos hacia paraísos fiscales.
Los olvidados del sistema
Jaramillo no dejó de lado la situación de más de un millón de trabajadores de la salud que, tras la pandemia, siguen sin un régimen laboral especial ni garantías de estabilidad. Recordó que proyectos de apoyo a madres sin empleo también fueron descartados bajo el argumento de falta de recursos, mientras “todo se destina a las EPS”. “Se nos olvidó quiénes salvaron vidas en los momentos más críticos”, reprochó.
Un mensaje directo
El paso del ministro por la capital huilense dejó una estela de inconformidad, pero también de respaldo entre quienes consideran insostenible el actual modelo. Su discurso no fue tibio: denunció privilegios indebidos, alertó sobre la captura privada de recursos estatales y exigió que el pago directo a hospitales se convierta en regla.
La polémica está servida: Jaramillo tensiona el debate nacional desde Neiva, poniendo a prueba el pulso entre Gobierno, EPS y Congreso, en un país que aún no encuentra la fórmula para sanar su propio sistema de salud.

