Este domingo 12 de octubre de 2025 se celebra el Día Internacional contra la Gestión Digital de Restricciones (DRM, por sus siglas en inglés), una fecha impulsada desde 2006 por la Free Software Foundation (FSF) para concienciar sobre los efectos negativos que tienen los sistemas de control digital sobre el acceso a contenidos culturales, educativos y tecnológicos.

¿Qué es el DRM?

El DRM es un conjunto de tecnologías que limitan cómo los usuarios pueden acceder, compartir o modificar contenidos digitales. Desde libros electrónicos y música hasta películas y videojuegos, el DRM impone restricciones que impiden prácticas comunes como prestar un libro, copiar una cita o ver una película en diferentes dispositivos.

Aunque se presenta como una herramienta para proteger derechos de autor, muchos expertos y activistas lo consideran una forma de control que afecta la libertad del consumidor y obstaculiza el acceso equitativo a la cultura.

Una lucha por el acceso libre

Este año, la campaña global se enfoca en visibilizar cómo el DRM afecta la educación, la investigación y la preservación digital. En un mundo cada vez más dependiente de plataformas digitales, el acceso libre y justo a los contenidos se vuelve esencial.

Organizaciones como la FSF, Creative Commons y bibliotecas digitales han alzado la voz para exigir modelos más abiertos, donde el conocimiento no esté encerrado tras licencias restrictivas ni formatos cerrados.

¿Qué podemos hacer?

Durante esta jornada, se promueven acciones como:

  • Elegir contenidos sin DRM (libros, música, software).
  • Apoyar plataformas que respetan la libertad del usuario.
  • Informarse sobre licencias abiertas y software libre.
  • Participar en debates sobre derechos digitales y propiedad intelectual.

Un llamado a la conciencia digital

El Día Internacional contra el DRM no es solo una protesta técnica. Es una invitación a repensar cómo consumimos cultura, cómo compartimos conocimiento y qué tipo de futuro digital queremos construir. Porque en la era de la información, el acceso libre no debería ser una excepción, sino una norma.