El Gobierno Nacional de Colombia logró rescatar y poner en funcionamiento 73 colegios que durante más de una década permanecían inconclusos o abandonados, muchos convertidos en “elefantes blancos” de la infraestructura educativa. Con una inversión superior a $575.000 millones, estas obras permiten que más de 42.000 niños, niñas y jóvenes estudien hoy en espacios modernos, seguros y dignos.
Esta iniciativa hace parte del plan de recuperación liderado por el Ministerio de Educación Nacional y el Fondo de Financiamiento de la Infraestructura Educativa (FFIE), que desde 2022 se propuso reactivar, reasignar y culminar proyectos paralizados por administraciones anteriores. El ministro José Daniel Rojas Medellín destacó que miles de estudiantes habían tenido que recibir clases en salones comunales, casas alquiladas o polideportivos, en condiciones precarias, debido a irregularidades en la ejecución de los contratos.
El plan técnico y financiero diseñado por el Ministerio permitió completar obras en numerosos departamentos, entre ellos Magdalena, Bolívar, Córdoba, Chocó, Boyacá, Valle del Cauca, Antioquia, Tolima, Caldas y Cauca. Cada uno de estos territorios fue priorizado según el grado de abandono y la urgencia de atención a la población estudiantil.
Entre las obras terminadas destacan proyectos en municipios como Boavita, Paipa, Sogamoso, Garagoa, Ibagué, Bello, Popayán, Cali, Pácora, El Carmen de Atrato, entre otros. En muchos casos, los contratos datan de entre 2016 y 2018, y los colegios fueron entregados recién entre 2023 y 2025, tras años de retrasos y procesos administrativos estancados. Las inversiones individuales oscilan entre $3.000 y $18.000 millones, dependiendo del tamaño y tipo de institución.
Asimismo, el informe detalla obras más antiguas, iniciadas incluso entre 2009 y 2013, que también fueron concluidas recientemente. Estos proyectos estaban dispersos en departamentos como Magdalena, Bolívar, Córdoba, Chocó y Valle del Cauca, beneficiando a miles de estudiantes que durante más de una década esperaron poder usar sus colegios.
El plan del Ministerio no se limita a culminar obras, sino también a reactivar proyectos suspendidos, muchos de los cuales aún se encuentran en ejecución. Entre ellos, se incluyen instituciones en Tunja, Neiva, Buenaventura, Medellín, Cali, Ibagué, Risaralda y Chocó, con fechas de terminación proyectadas entre 2025 y 2027. En este grupo sobresalen megaproyectos con inversiones superiores a $10.000 millones, como el INEM Julián Motta Salas en Neiva, el Instituto Tecnológico Santa Rosa de Cabal, y varios colegios en Buenaventura y Cali, que atenderán a miles de estudiantes una vez concluidos.
De manera complementaria, el Gobierno ha extendido sus esfuerzos a la educación superior. En Tumaco (Nariño), se reactivó el proyecto del Campus Tumaco-Pacífico de la Universidad Nacional, abandonado desde 2021 tras la retirada de un cooperante internacional. Con una inversión total de $61.006 millones —de los cuales el Ministerio financia el 55 %—, se beneficiarán más de 2.000 estudiantes en dos fases, fortaleciendo la presencia universitaria en el Pacífico colombiano.
En el Chocó, otro símbolo del rezago educativo, se retomó la construcción de la sede de la Universidad Tecnológica del Chocó en Istmina, suspendida desde 2012. Se destinaron más de $5.000 millones para rehabilitar aulas y crear un área de bienestar universitario, con el fin de garantizar condiciones adecuadas para los jóvenes de esa región.
El Ministerio de Educación ha dejado claro que este plan de recuperación es una prioridad nacional, con el objetivo de cerrar brechas históricas en infraestructura educativa y saldar una deuda social con miles de comunidades. Según el gerente del FFIE, Sebastián Caballero, se están realizando visitas directas a los territorios para supervisar las obras y asegurar su pronta culminación.
En suma, el balance general muestra un avance estructural en la política de infraestructura educativa del país, que busca no solo recuperar proyectos abandonados, sino también garantizar la sostenibilidad y el uso efectivo de los recursos públicos. La ejecución de estas obras representa una transformación tangible para miles de estudiantes y comunidades que, tras años de espera, hoy cuentan con colegios dignos y funcionales.
