La ciudad de Pasto vuelve a ser testigo de un gesto que alimenta el alma. Con motivo del mes de Halloween, la Fundación Comedor Solidario Pasto y el colectivo Ayudando Huellas emprendieron una campaña llena de amor, color y generosidad, dirigida a dos poblaciones que muchas veces son olvidadas: los niños en situación de calle y los animales abandonados.

En medio de disfraces, risas y la ilusión propia de esta fecha, las dos organizaciones recorrieron calles y parques de la capital nariñense entregando dulces, galletas, mecato y alimentos, pero sobre todo, una dosis inmensa de cariño. Paralelamente, distribuyeron concentrado y comida húmeda a los perros callejeros, recordando que la solidaridad también tiene cuatro patas.

Felicidad

“Cada sonrisa de un niño, cada cola que se mueve de felicidad, es nuestra mayor recompensa”, expresó Mariela Hernández, voluntaria del Comedor Solidario, quien lleva varios años dedicando su tiempo a esta labor social. “No tenemos grandes recursos, pero contamos con algo más valioso: el corazón de nuestra gente, que siempre responde cuando se trata de ayudar.”

Esta jornada solidaria hace parte del trabajo continuo que la Fundación viene desarrollando desde hace siete años y dos meses, tiempo durante el cual ha logrado tender la mano a cientos de personas en condición vulnerable. Nació de la necesidad de brindar un plato de comida a quienes más lo necesitan, pero con el paso del tiempo se ha convertido en un movimiento de amor comunitario, que incluye rescate animal, acompañamiento a adultos mayores, entrega de ropa y actividades culturales para niños.

Propósito

El trabajo conjunto con Ayudando Huellas ha fortalecido este propósito. Este grupo de voluntarios, conocido por su incansable apoyo a los animales de la calle, no solo alimenta a los peludos, sino que también promueve la adopción responsable y las jornadas de esterilización. “Nuestro sueño es ver una ciudad donde ningún perro pase hambre ni frío. Y cuando encontramos aliados como el Comedor Solidario, sentimos que vamos por buen camino”, comenta Carlos Villota, uno de los fundadores de Ayudando Huellas.

Las organizaciones agradecieron profundamente a la comunidad pastusa, que una vez más respondió al llamado solidario con donaciones de dulces, alimentos y recursos, demostrando que la empatía sigue viva en el corazón de los nariñenses. Sin embargo, el trabajo no se detiene. Tras el éxito de la campaña de Halloween, ambas fundaciones ya preparan una nueva jornada para diciembre, con el objetivo de llevar alegría navideña a más familias, niños y animales en condición de vulnerabilidad. “Queremos que la solidaridad no se limite a una fecha. Que la gente entienda que siempre hay alguien esperando una mano amiga, no solo en las festividades”, afirmó Diana Cuaspud, coordinadora de actividades del Comedor Solidario.