Armero, antes de la noche fatídica del 13 de noviembre de 1985, era mucho más que un pueblo agrícola. Con cerca de 29.000 habitantes, era considerado un centro importante del norte del Tolima, con una economía próspera sustentada en el cultivo de arroz, algodón, café y maíz. El Tiempo+1

Apodada “ciudad blanca” por la blancura de sus sembrados de algodón, Armero contaba con una plaza principal, parques, una tarima para actos públicos, un coliseo de pesas y edificios significativos como la Iglesia de San Lorenzo o la Caja Agraria. El Tiempo También era un lugar con frondosos árboles de mango, ceibas centenarias, mamoncillos y otras especies que embellecían sus patios y calles. infobae+1

Su vida social era activa: había heladerías, cafés, almacenes comerciales, radio local y espacios culturales, lo que le otorgaba un carácter moderno para la época. Noticias Caracol+1 Además, en el municipio solían reunirse estudiantes, agricultores y ciudadanos para dialogar, intercambiar ideas, jugar dominó o simplemente disfrutar de su hogar. Ministerio de Cultura

La noche del desastre, una erupción del volcán Nevado del Ruiz ocasionó una avalancha de lodo (lahar) que cubrió el 85 % del municipio, provocando la muerte de miles de personas. El Tiempo Tras la tragedia, el sitio donde estaba la ciudad se convirtió en un cementerio a cielo abierto: cada antigua casa hoy está representada por una tumba, un epitafio y un recuerdo simbólico. en.wikipedia.org+1

Hoy, en conmemoraciones como la de sus 40 años, los sobrevivientes y descendientes vuelven al lugar para recordar y exigir memoria. El Tiempo A pesar del paso del tiempo, Armero resiste en la memoria colectiva como un símbolo de prosperidad y tragedia a la vez.