El rey que perdió un imperio por un deseo que no pudo controlarLa historia no es una metáfora.No es una leyenda.No es un mito moralizante.Es un hecho histórico:La lujuria ha derribado reinos enteros.Y pocas historias lo muestran tan brutalmente como la de Sansón, uno de los jueces de Israel.Sansón nació con un don que ningún otro hombre poseía:una fuerza colosal, casi sobrehumana.Era capaz de partir a un león con sus manos.De derrotar ejércitos completos.De hacer temblar a los filisteos, la mayor potencia militar de la región.Todos lo temían.Todos lo respetaban.Todos lo consideraban invencible.Todos… excepto él mismo.Porque Sansón no fue destruido por un ejército.Ni por un rey poderoso.Ni por la espada de un guerrero.Fue destruido por su propio deseo.Cuando apareció Dalila, los filisteos vieron algo que Sansón no podía ver:su debilidad interna.Ella no lo venció con fuerza,ni con armas,ni con amenazas.Lo venció con algo mucho más simple:seducción, palabras suaves y la ilusión de intimidad.Dalila lo presionó una y otra vez para que revelara el secreto de su fuerza.Y aunque Sansón sabía que era una trampa…no pudo resistir.No porque fuera débil físicamente,sino porque era débil emocionalmente.La lujuria nubló su juicio.Y así, el hombre más fuerte del reinose convirtió en esclavo de sus propios impulsos.Cuando Sansón cedió, todo terminó.Lo capturaron, le cortaron el cabello,le arrancaron los ojos,y lo exhibieron como trofeo de su propia caída.Tal como dice el Eclesiástico:“Muchos han perecido por causa de las mujeres;por ellas hasta los reyes han perdido su poder.”Sansón no fue una excepción.Fue el ejemplo perfecto.La lecciónLa lujuria no destruye de golpe.Destruye en silencio.Primero te quita la claridad.Luego la autodisciplina.Luego el propósito.Y finalmente, el poder.No tiene que haber un enemigo externo.La caída empieza por dentro.Controla tus impulsoso tus impulsos te controlarán a ti.

